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poder. De esta manera, trata de revertir las inequidades persistentes medianteacciones dirigidas específicamente hacia sectores de la población que han estadotradicionalmente excluidos.¿Existe una alternativa real? No y sí. La financiarización de la vida cotidianaha puesto de manifiesto la heterogeneidad de las prácticas del crédito en el ámbitofinanciero tradicional y el aprovechamiento de los vínculos sociales parael acceso y uso de los instrumentos del mercado formal del crédito (Langley,2008). Algunas de esas prácticas, promovidas por bancos, servicios financierosde préstamos regulados, grandes comercios, empresas de tarjetas de crédito,etc., se despliegan a través de dinámicas de reciprocidad mutua pero, sin embargo,no puede decirse de ellas que sean transformadoras, sino más bien todolo contrario: son prácticas que contribuyen a extender la brecha de desigualdady dominación en la vida cotidiana. 18Aspirar por tanto, como propone la economía solidaria, a la recuperación demodelos económicos basados en la lógica de la solidaridad y del bien común,y esperar de ellos que transformen injusticias estructurales fuertemente institucionalizadasen nuestra sociedad, exige un ejercicio de acción colectiva que,por un lado, ponga en entredicho a la “razón indolente” 19 y socave las justificacionesdel modelo económico hegemónico; y por otro, aporte una comprensiónrealista que haga posible aflorar el alcance político de la economía solidariaasí como su carácter emancipador. Ése es su reto.El capitalismo ha desarrollado una poderosa utopía basada en una determinadavisión del ser humano, la del homo economicus, y una particular antropología.La propuesta que se ha desarrollado en este trabajo parte de una denunciay una crítica a esa utopía del mercado: la mayor de las utopías de la historia,la de una sociedad completamente capitalista, sometida a la razón económicaque nos domina desde hace más de doscientos años. La desigualdad, en cualquierade sus manifestaciones, no es sino la cara de una realidad incluida enesa lógica del capital.Marcuse resaltó la fortaleza de la lógica capitalista recondándonos que resideprecisamente en su capacidad para configurar la experiencia del sujeto de talforma que le impide forjar alternativas y pensar más allá de los límites queimpone. Cuando la economía critica feminista propone subvertir esa utopía, lohace desde la firme convicción de que no podemos seguir creyendo de maneraunánime que “la vida pueda seguir basándose por más tiempo en el dinero, lamercancía y la compraventa. Esa es una utopía terrible cuyas consecuenciasestán ante nuestros ojos” (Jette, 2011: 219-220). Propone generar espacios deapertura más allá de la dinámica que impone esa lógica hegemónica, actuandoen “las grietas del tejido de la dominación capitalista y abriendo huecos endicho tejido” (Velasco, 2013: 97). El reto consiste en “invertir los recursos económicosen forma de economía solidaria” (Ibídem: 118).La economía solidariase presenta como unainiciativa que persiguefortalecer los vínculosde solidaridad en lascomunidades y lasasociaciones, quepueden desplegarproyectos sinorientarse solo porfines de lucro o por lalógica del poder.18. La crisis económica ha dado unimpulso notable a la literatura sobrela sociología económica. Teniendoen cuenta su dilatada tradición, lanovedad de los últimos años consisteprecisamente en proyectar gracias auna base teórica fructífera, un análisiscrítico sobre distintas prácticas,instituciones y culturas económicas,tanto en su vertiente neoclásica comoen su vertiente más “crítica”. Respectoal crédito, en este sentido, destaca el estudiode las relaciones, vínculos monetariosy prácticas financieras en tornoal uso del crédito y, en esta línea, hayque señalar el trabajo de Carruthers yJeong-Chul (2011). En la mayoría deellos, el foco de interés se sitúa precisamenteen el análisis de la dimensiónpolítica de los mercados.19. Sousa Santos se refiere con este términode razón indolente a una razónhegemónica que acepta el status quo ysus legitimaciones políticas, y renunciaresignadamente a cambiarlo (Souzade Santos, 2003).144_Finanzas y Desigualdades de Género

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