ÉTICA PÚBLICA FRENTE A CORRUPCIÓN
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Policía Investigadora: El Modelo Hernán Guajardo<br />
Juan José Bustamante Campos<br />
En el marco de esta narrativa y aspirando con esto a examinar el<br />
contexto histórico en el que el combate a la corrupción ha tomado relevancia<br />
desde los enfoques cultural e institucional, se pretende entender desde un<br />
punto de vista critico el concepto de corrupción en el ámbito del sector público.<br />
Más allá de definirla bajo los términos de un simplificado concepto que afecta la<br />
conducta tanto individual como institucional, Óscar Diego Bautista aporta un<br />
análisis minucioso de este fenómeno social a través de un lente teoréticamente<br />
complejo. Por un lado, define a la corrupción como aquella actividad lucrativa<br />
desempeñada por un individuo investido de autoridad con la intención<br />
de enriquecerse de una forma dolosa. Por otro lado, presenta dos enfoques<br />
analíticos que ayudan al lector a entender con una mayor claridad lo confuso<br />
del concepto. El primero se refiere al sentido económico que la corrupción<br />
toma cuando dos partes involucradas en una transacción derivada de un hecho<br />
–e.g. accidente de tránsito– se benefician mutuamente de un arreglo monetario.<br />
Aquí, lo difícil es atribuirle la culpa a un sólo individuo puesto que ambos<br />
actores lucran ilícitamente del acuerdo económico. El segundo se refiere al<br />
sentido amplio que la corrupción toma cuando el trabajo del servidor público<br />
se desvía de sus funciones usuales. Aquí, a diferencia del sentido económico de<br />
la corrupción, la naturaleza de un arreglo entre partes no necesariamente está<br />
asociado al dinero (Diego, 2010b: 15-16).<br />
1. El Combate a la Corrupción Policial ¿Un Problema de Enfoque?<br />
Históricamente, el estudio convencional del combate a la corrupción se asocia<br />
al modelo teórico de la cultura de la legalidad (Araque, 2012; Vázquez, 2008).<br />
Aquí, Vázquez nos señala a un imaginario social formado por un conjunto de<br />
ideas y creencias afines como el eje rector de la conducta de las personas en la<br />
preservación de una cultura de la legalidad (Vázquez, 2008: 63). Sin embargo,<br />
el argumento tal y como se concibe tiene diferentes matices teóricos. Vázquez,<br />
por ejemplo, apunta a una cultura de legalidad establecida y legitimada por<br />
la validez de sus normas jurídicas –desde cuatro modelos conceptuales: positivista,<br />
realista, conservador, y democrático– para mantener una conducta ciudadana<br />
apegada a un imaginario social. Para Araque Hernández, la cultura de<br />
la legalidad se construye a partir de los valores aprendidos en los contextos<br />
de la familia y escuela, esto con el propósito de influir el accionar ciudadano<br />
dentro de un marco de convivencia cívica (Araque, 2012: 126-127).<br />
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