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AMNISTÍA INTERNACIONAL

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niñas, y más de 7.000 habían resultado<br />

heridos. La Oficina de Coordinación de<br />

Asuntos Humanitarios (OCAH) de la ONU<br />

informó de que en octubre el conflicto había<br />

provocado el desplazamiento forzado de más<br />

de 3,27 millones de personas y de que casi<br />

21,2 millones —el 80% de la población—<br />

dependían de la asistencia humanitaria.<br />

En abril comenzaron en Kuwait unas<br />

conversaciones de paz entre las partes en el<br />

conflicto, auspiciadas por la ONU y<br />

acompañadas de un breve alto en las<br />

hostilidades. Tras el fracaso de las<br />

negociaciones el 6 de agosto, los combates<br />

se intensificaron. El 25 de agosto, el<br />

secretario de Estado estadounidense, John<br />

Kerry, anunció un “nuevo enfoque para las<br />

negociaciones” que al finalizar el año no<br />

había producido resultados claros.<br />

Las fuerzas huzíes y sus aliados<br />

nombraron un Consejo Político Supremo de<br />

10 miembros para gobernar Yemen, que a su<br />

vez nombró al ex gobernador de Aden<br />

Abdulaziz bin Habtoor para dirigir un<br />

gobierno de “salvación nacional”. En<br />

septiembre, el presidente Hadi ordenó el<br />

traslado del Banco Central de Saná a Adén,<br />

lo que agravó la crisis fiscal causada por el<br />

agotamiento de sus reservas y la crisis<br />

humanitaria, al reducir la capacidad del<br />

gobierno huzí de facto de Saná para importar<br />

alimentos, combustible y material médico<br />

esenciales.<br />

CONFLICTO ARMADO<br />

Violaciones del derecho internacional<br />

cometidas por grupos armados<br />

Las fuerzas huzíes y sus aliados, entre los<br />

que había unidades del ejército leales al ex<br />

presidente Salé, cometieron reiteradas<br />

violaciones del derecho internacional<br />

humanitario, como ataques indiscriminados y<br />

desproporcionados. En las zonas que<br />

controlaban pusieron en peligro a la<br />

población civil al lanzar ataques desde las<br />

proximidades de escuelas, hospitales y<br />

viviendas y exponer así a sus ocupantes a<br />

sufrir ataques de las fuerzas<br />

progubernamentales, incluidos bombardeos<br />

aéreos de la coalición dirigida por Arabia<br />

Saudí. También dispararon<br />

indiscriminadamente municiones explosivas<br />

con un radio de acción amplio, como<br />

bombas de mortero y proyectiles de artillería,<br />

contra zonas residenciales controladas o<br />

disputadas por fuerzas que se oponían a<br />

ellas, sobre todo en la ciudad de Taiz,<br />

causando la muerte y heridas a civiles. En<br />

noviembre se tuvo noticia de que las fuerzas<br />

huzíes y sus aliados habían efectuado al<br />

menos 45 ataques ilícitos en Taiz, matando e<br />

hiriendo a decenas de civiles. La ONU<br />

informó de que un ataque cometido el 4 de<br />

octubre había matado a 10 civiles, entre ellos<br />

6 niños y niñas, y herido a otros 17 en una<br />

calle próxima al mercado de Bir Basha. Los<br />

huzíes y sus aliados también siguieron<br />

colocando minas terrestres antipersonal,<br />

prohibidas internacionalmente, que causaron<br />

víctimas civiles, y reclutaron y desplegaron a<br />

niños y niñas soldados. En junio, el secretario<br />

general de la ONU informó de que los huzíes<br />

habían sido responsables del 72% de los 762<br />

casos verificados de reclutamiento de niños y<br />

niñas soldados durante el conflicto.<br />

En Saná y otras zonas bajo su control, los<br />

huzíes y sus aliados detuvieron<br />

arbitrariamente a personas que expresaban<br />

críticas u oposición, así como a periodistas,<br />

defensores y defensoras de los derechos<br />

humanos y miembros de la comunidad<br />

bahaí, sometiendo a decenas de ellas a<br />

desaparición forzada. Hombres armados<br />

pertenecientes a Ansarullah, el brazo político<br />

huzí, practicaron numerosas detenciones en<br />

viviendas, centros de trabajo, puestos de<br />

control o lugares públicos como mezquitas<br />

sin orden judicial o motivos expresos, y sin<br />

revelar adónde se llevaban a las personas<br />

detenidas o dónde iban a ser recluidas.<br />

En muchos casos las recluían en lugares<br />

no oficiales, como domicilios particulares, sin<br />

informarles del motivo de la detención ni<br />

darles ningún medio para impugnar su<br />

legalidad, como acceso a abogados y a los<br />

tribunales. Algunas fueron sometidas a<br />

desaparición forzada y recluidas en lugares<br />

secretos; las autoridades huzíes se negaban<br />

a reconocer su detención, así como a revelar<br />

información sobre ellas o permitirles acceder<br />

468 Informe 2016/17 Amnistía Internacional

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