10.02.2018 Views

Fahrenheit 451 - Ray Bradbury

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¿No es ésta una función realmente maravillosa? —gritó Mildred.<br />

—¡Maravillosa!<br />

En una pared una mujer sonreía y bebía simultáneamente un oscuro zumo de<br />

naranja. Cómo puede hacer las dos cosas al mismo tiempo, pensó Montag,<br />

insensatamente. En las otras paredes una radiografía de la misma mujer<br />

revelaba la palpitante tray ectoria del refresco hacia el deleitado estómago. De<br />

pronto, la sala se transformó en un cohete que se elevaba hacia las nubes, y se<br />

hundía luego en un mar de barro verde donde unos peces azules devoraban unos<br />

peces rojos y amarillos. Un minuto después, tres pay asos blancos se arrancaban<br />

unos a otros brazos y piernas acompañados por inmensas mareas de risa. Dos<br />

minutos más tarde, y la sala abandonaba la ciudad y reflejaba las enloquecidas<br />

carreras de unos automóviles movidos por turbinas. Los autos chocaban y<br />

retrocedían y volvían a chocar. Montag vio unos cuerpos que saltaban en el aire.<br />

—¡Mildred, has visto eso!<br />

—¡Lo vi, lo vi!<br />

Montag buscó en la pared de la sala y apretó el interruptor. Las imágenes se<br />

apagaron, como si les hubieran arrojado el agua de una gigantesca pecera de<br />

peces histéricos.<br />

Las tres mujeres se volvieron lentamente. Miraron a Montag con evidente<br />

irritación, y casi en seguida con desagrado.<br />

—¿Cuándo creen que estallará la guerra? —dijo Montag—. Veo que sus<br />

maridos no han venido esta noche.<br />

—Oh, vienen y van, vienen y van —dijo la señora Phelps—. El ejército<br />

llamó ay er a Pete. Volverá la semana que viene. Así dijo el ejército. Guerra<br />

rápida. Sólo cuarenta y ocho horas, dijeron, y todos de vuelta. Eso dijo el<br />

ejército. Guerra rápida. Ay er llamaron a Pete, y dijeron que la semana que<br />

viene estará de vuelta. Guerra…<br />

Las tres mujeres se movieron, inquietas, y miraron nerviosamente las<br />

paredes vacías de color de barro.<br />

—No estoy muy preocupada —dijo la señora Phelps—. Dejo las<br />

preocupaciones a Pete. —Soltó una breve risita—. Dejo que Pete se preocupe.<br />

Yo no. Yo no me preocupo.<br />

—Sí —dijo Millie—. Dejemos las preocupaciones al viejo Pete.<br />

—Dicen que es siempre el marido de otra el que muere.<br />

—Yo también lo he oído. Nunca conocí a ningún hombre que muriese en la<br />

guerra. Que se hubiera tirado desde el techo de algún edificio, sí, como el marido<br />

de Gloria la semana pasada. ¿Pero muerto en la guerra? Ninguno.<br />

—No, no en la guerra —dijo la señora Phelps—. De cualquier modo, Pete y<br />

y o siempre decimos: nada de lágrimas, nada de esas cosas. Es para los dos el<br />

tercer matrimonio, y somos independientes. Seamos independientes, siempre<br />

decimos. Si me matan, me dice Pete, sigue adelante y no llores. Cásate otra vez,

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!