La sirena varada: Año 1, Número 5

La radio anunciaba por tercera vez el toque
de queda. Cercenaba con precisión
una ostentosa rebanada de pastel cuando
mi hermana entró agitada. Miró por
la ventana. «Me hubiera tardado más
tiempo y podría haber sido otra víctima
del asesino. Ay, ¡Dios!, justo ayer mataron
a Renata, la tamalera. Dicen que sus
miembros fueron cortados con mano de
cirujano. Pero aquí estoy, a duras penas,
sana y salva», dijo tras el sosiego. Le respondí:
«no creo que él salga hoy; tal vez
también sea su cumpleaños».
Manuel Cohuo Nic
Hoy era el día en que por fin tendría su
primer celular. Amanecía y las ganas le
apretaban el pecho. Sin embargo, observó
por la ventana cientos de personas
paralizadas, todas mirando hacia
su teléfono. Huyó de la escena hacia la
cocina y halló a su padre cegado e inerte
frente al celular; mientras, su madre
con una mano en la olla y la otra en el
teléfono, yacía petrificada. Despertó
de tan terrible sueño y corrió hasta su
anhelado regalo. Al encenderlo quedó
en vida sepultado. Muerte cerebral le
diagnosticaron acabando para siempre
inmóvil con su móvil al lado.
Edgar Germán Valdez Gómez
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