La sirena varada: Año 1, Número 5

de su voluntad por el solo hecho de afirmar
que, podía predecir los terremotos y
su seguridad en ello creaba una zozobra
y un problema en toda la familia que no
soportaba la idea de tener a un demente
con ese don tan extraordinario y a la vez
tan inverosímil que rayaba en la locura. El
infortunio del bisabuelo de Ernesto hizo
que su abuelo y su padre jamás dijeran
que poseían ese don. Ernesto también
había heredado ese magnífico poder de
predicción y siguió el consejo de su padre
y de su abuelo de no decirle a nadie de su
espectacular poder.
Después de varios meses del devastador
terremoto, Ernesto volvió a la
ciudad a seguir con su vida y a ayudar
a miles de afectados, heridos y de familias
desamparadas buscando el auxilio
que tardaba en llegar. La Ciudad de México
se levantó de los escombros, de la
sangre, del caos, de la inseguridad que
había dejado el sismo. La grandeza de
México se hizo sentir más allá de sus
fronteras, la voz de su pueblo prorrumpió
para afirmar su deseo de superación
ante las calamidades y los azotes
de la naturaleza. Y así lo hizo.
Ernesto presentía con mucha fuerza, el
próximo terremoto en la ciudad. El eminente
sismo ocurrirá en mayo del próximo
año. Escribo estas palabras para que
sean tomadas como una seria advertencia.
Mi nombre es Ernesto Suarez.
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