La sirena varada: Año 1, Número 5
El quinto número de La sirena varada: Revista literaria.
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—¿Locura? Pario cardiorrespiratorio<br />
traumático, ¿dónde está la locura?<br />
—¿Y si me piden que declare mi impresión?<br />
—Nadie te va a pedir nada, eso te lo<br />
aseguro. Para eso están los peritos,<br />
olvidate. Vos firmás y te vas a tu casa,<br />
Arturo se está encargando de la policía.<br />
Como se va a encargar la semana próxima<br />
de las designaciones en el hospital.<br />
—¿Qué tienen que ver las designaciones<br />
del hospital?<br />
—Como te gusta cambiar de tema!<br />
Ahí tenés el certificado, ya lo redacté,<br />
firmalo y poné el sello. O no lo firmes y<br />
te vas, y vos no viste nada. Decidite, en<br />
cualquier momento llega la policía.<br />
—Yo… tengo dudas.<br />
—¿Quién fue perito policial por veinte<br />
años? ¿Quién sabe cómo se hacen estas<br />
cosas?<br />
—¿Sabés qué? Me superaste Maswiz,<br />
me superaste. Te firmo y me voy a buscar<br />
a mi mujer, falta que no lleguemos<br />
al cine.<br />
—Así me gusta, amigo. Gracias. Te acompaño<br />
hacia la puerta, ¿qué van a ver?<br />
—Una comedia, no me acuerdo el<br />
nombre.<br />
—Te va a venir bien reírte un rato.<br />
¡Chau! Saludos a Pitina.<br />
—Chau, Maswiz, decile a Arturo que lo<br />
lamento.<br />
Olivera se hubiera marchado; certificado<br />
en mano, Maswiz hubiera<br />
traído la ambulancia de la cochería y<br />
a esa hora la estarían velando. Pero<br />
Maswiz ha muerto tres meses atrás<br />
y Olivera está de paseo por Miami,<br />
comprando zapatillas baratas, dejándolo<br />
sin chances de evitar el cuarto<br />
enrejado y las esposas, donde<br />
Arturo aguarda un nuevo interrogatorio,<br />
recreando diálogos que evitan<br />
el triste final.<br />
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