La sirena varada: Año 1, Número 5

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Me enamoré de un ser creado por el hombre que no pertenecía a mi tiempo, él venía de tiempos muy adelantados; la noche que lo encontré me conto su historia. Llego a mí por un error que uno de sus creadores cometió y hasta no encontrar una solución para volver solicitaba quedarse conmigo. Era perfecto, sus rasgos y su mirada penetrante me cautivaron, no hablaba mucho y tampoco sentía mucho. Mi tiempo estaba muy atrasado al suyo y él solo podía esperar, dejar pasar los años hasta llegar al suyo y yo solo podría acompañarlo en una vida. Judith Moreno Barba Siempre esa sensación en todo, el dejà vu. Desde pequeño. Lo mismo, lo mismo, lo ya vivido. Cada noche, a solas, busco el cuchillo. Miro la afilada sierra, las venas de mi brazo. Lo mismo, lo mismo. Después lo dejo en el cajón y regreso al dormitorio. Lo mismo. Lo pienso y me río. Hasta que lo hago: me corto las venas y provoco el primer momento diferente en años. No va a durar mucho, tanta sangre me marea, me desmayo... Pero qué hermosa sensación... la libertad... lo nuevo... Me cago de la risa... ¿Tú no? 132 Hipólito Quintana Santos
Día uno: Por la madrugada unas voces interrumpieron mi sueño ¡cállense! grite exasperada. Era una discusión que retumbaba en el cuarto. Me incorpore con la firme convicción de mediar la situación y recordé que me encontraba sola en casa. Día dos: Tal vez estaba comenzando a volverme loca, las hormigas en mi cama solo podían ser señal de mal augurio, comencé a sacudirla cuando unos toquidos en mi closet me hicieron salir de mi ensimismamiento. Día tres: Al volver a casa vecinos merodeaban mi cochera. Mi perro había saltado de la azotea, al parecer una extraña fuerza lo hizo caer. Karen Elizabeth Rodriguez Quintana Escribía más obras, a cada nuevo año, quizás para asegurarse su lugar en el olvido. Walter Mondragón 133
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«¡Vengan ya nació, acaba de nace
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En toda feria, hay atracciones que
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las piernas, las manos. Ya no puede
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Adriana, la madre de nuestra hija,
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Mar disfrute de una vida útil. Que
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adío de ideas infructíferas. Webe
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Había descubierto su animalito sec
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villoso fue ocupando todo el sueño
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La tarde era tormentosa, el vidrio
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—Así fue en un inicio, sin embar
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El hielo alumbraba las calles, aún
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confundir las huellas, sobre todo s
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Se estima que a partir de los doce
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No puedo más, cada roce con la sá
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—La mujer montó sobre la mesada,
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Llegó a su casa, con el temor de a
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detenimiento. No vio cruces. No hab
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Junto a mí, Hugo fue uno de los pr
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Se sentía la angustia, la zozobra
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Siempre creí que el Fin del Mundo
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ía cómo responderle. La laguna er
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en cursivas, en estado de suspensi
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Selva de Panamá, 1953. Oliver Whit
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a #ACERTIJO El alcaide de una cárc
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En este testimonio; lo confieso en
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