La sirena varada: Año 1, Número 5

que la gente lea. Y no quiere por muchas
razones, una de ellas es que si una persona
lee, no produce cosas tangibles,
otra es que cuando uno lee comienza a
pensar, el horizonte de expectativas se
expande y esto provoca dos cosas, o que
el lector se sienta frustrado o que quiera
salir de su círculo. Claro lo más probable
es lo primero porque aunque uno quiera
salir de un círculo de confort hay pocas
oportunidades en un país como este.
Hace tiempo pertenecí a un colectivo
oral, nuestra misión era ir a los rincones
de la ciudad como escuelas y cafés
a leer cuentos y poesía en voz alta, era
un trabajo de verdad titánico, cansado,
pero muy gratificante, nos sentíamos
bien porque pensábamos que la gente,
gracias a nuestro empujoncito, iba a
agarrar el hábito de la lectura. La cruda
realidad es muy distinta, cuando íbamos
a leer a los cafés, la gente nos veía
por pura cortesía, pero con un dejo de
enojo porque estábamos interrumpiendo
una conversación, un encuentro,
y no, ellos no iban a leer llegando
a su casa o sí lo hacían no creo que por
nuestra culpa. En las primarías también
leíamos, pero los niños pensaban
que era una especie de recreo.
También están las campañas publicitarias,
que no vende literatura, sino que
está vendiendo la idea de que leer está
de moda, que leer te va a dar temas de
conversación, que sí lees más vas a conseguir
pareja, que lo importante está en
tu cabeza y cosas por el estilo. Lo malo
es que lo que esas campañas venden es
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