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La sirena varada: Año 1, Número 5

El quinto número de La sirena varada: Revista literaria.

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Incluso hubo quienes se empeñaron en<br />

destruirme o en robarme lo que con tanto<br />

sacrificio e inteligencia logré atesorar.<br />

Al final no han podido. Quizá sea ese mi<br />

mayor orgullo. Por cierto, ¿qué harán con<br />

mi cuerpo?... Había pensado en organizar<br />

un velorio por todo lo alto; aquí mismo,<br />

en la finca, como se hacía antiguamente:<br />

comida y bebida en abundancia, gorrones<br />

y parientes por doquier, risas y llantos<br />

al cincuenta por ciento y un gran cortejo<br />

fúnebre, incluso una orquesta que<br />

amenizase mi partida... No, no es que me<br />

obsesione, se trata de una mortaja transitoria,<br />

lo sé, pero tengo cierta curiosidad<br />

por conocer su destino, toda vez que no<br />

dejo instrucciones sobre qué hacer con<br />

él llegado el momento. Fíjate que estoy<br />

pensando en dejar una nota ordenando<br />

que me incineren y que esparzan mis<br />

cenizas por todo el valle desde una avioneta.<br />

¿Tú crees que estará permitido? A lo<br />

mejor conoces los trámites. Seguro que<br />

alguien lo habrá hecho ya antes y me figuro<br />

que habrás sido testigo...<br />

<strong>La</strong> respuesta se hizo patente en el<br />

viciado aire de la sala: de pronto olía<br />

mal, como a carne en descomposición.<br />

El hombre sintió un ligero temblor en<br />

sus piernas. Supo entonces lo que era<br />

la Angustia; sí, con mayúscula y en su<br />

propia piel. <strong>La</strong> temperatura de la buhardilla<br />

descendió varios grados. Una<br />

corriente gélida, macabro preludio del<br />

telón que se cerraba a sus espaldas,<br />

convenció al moribundo de que sería<br />

inútil mantener abierta la comunicación.<br />

En su lugar, cerró con delicadeza<br />

las valvas negras del aparato y lo<br />

depositó sobre el brazo de su orejero<br />

para, a continuación, tomar el último<br />

y más profundo de los alientos (quizás<br />

dando por supuesto que habría de retener<br />

aquella inspiración durante toda<br />

la eternidad). Al término, concienciado<br />

ya de cuanto le aguardaba sin remedio,<br />

comenzó a darse lentamente la vuelta.<br />

Con el corazón disparado, se dispuso<br />

por fin a dejar de imaginar cómo sería<br />

su propio final...<br />

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