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José Luis Herrera Arciniega (Antol
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Presentación En efecto, en las sig
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9 por lo fantástico, otros por un
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14 mi lengua. Tenía un gusto amarg
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16 reaccioné con pasividad, tú te
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18 terreno baldío y estaban contin
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20 como nunca. ¿Por qué no me dij
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24 el contenido del hallazgo: ¡el
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26 Caí fulminado por el miedo, gri
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Los muertos no cuentan cuentos (dra
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131 —… —¿Qué tal licenciada
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133 —Bueno, yo pienso que la escr
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135 —¿Cómo resolveré el laberi
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137 VII Era muy temprano. Recuerdo
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Cuesta abajo Gabriela Ballesteros E
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141 tenía patria. O por lo menos f
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143 escribe; el pintor sólo traza
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148 juntas, se la pasan riéndose a
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150 —No vamos a saltar, le quitar
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Arder entre sombras Eduardo H. Gonz
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155 no pude defenderme. Abusó de m
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158 momento de seducir a algún inv
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160 Me tranquilicé. La risa del ha
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Víctor Chandley, multiasesino Jorg
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165 prado a donde un aljibe tenía
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167 avizores formaron un gesto de m
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169 lectura de algo que parecían u
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171 —dE aquí me largo. uN mui in
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173 De pronto, el policía del alta
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175 molinos, caravanas y cualquier
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177 —Desde luego. Cuanta menos re
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Los zapateros Omar Gómez Díaz —
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181 Como a los diez minutos, el Loc
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184 montón de cosas, la muchacha l
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186 —¡Pero él volverá para rec
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188 Pero a él no le importó y se
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190 piel de muchos se había puesto
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192 gemir tan femenina y en la mía
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194 quedo con tu preciso abrazo, la
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196 siento exhausto, como si toda l
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198 Tengo que seguir moviéndome. A
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202 de mucho tiempo. Me levanto. El
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206 El dolor se volvió más punzan
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Petrarca en el vacío Anel Díaz Un
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215 Mi confusión no va más allá
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217 Sé que si me acuesto quedaré
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229 En mi trayecto nada me llegó a
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231 segundero suena más y más fue
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240 * Cuando entró a la secundaria
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Maldita mujer Paris Octavio Rojas B
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Sobre los autores
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286 Pablo Barrera Quintana (Estado
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292 y psicoanálisis La cajonerades
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González, Eduardo H., “Arder ent
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183 Soñar con osos polares Arturo
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