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a un militar borracho que amenazaba con su pistola a un compañero de<br />

parranda. Esto fue en la cantina denominada “El Columpio”, propiedad<br />

de don Francisco Cepeda Gil, ubicada en la calle de Múzquiz, entre<br />

Centenario y Matamoros, y que era atendida por el mismo don Pancho: un<br />

hombre alto, de ojos claros y tez blanca. La barra de “El Columpio” era de<br />

color verde agua marina.<br />

¿Homicidio calificado? ¿Homicidio en riña? No se ha encontrado el<br />

expediente que aclare si fue Pedro Arredondo o Antonio Ballesteros el autor<br />

del crimen. 85 Por el alboroto que había en la cantina, el comandante de la<br />

policía municipal, Genaro Gutiérrez, comisionó al policía Pedro Arredondo,<br />

alias “el Chícharo”, para que fuera a calmar los ánimos. Personas que<br />

todavía hace algunos años radicaban por la calle de Múzquiz narraron a<br />

la Agencia SIP que Agustín Jaime fue asesinado por Antonio Ballesteros,<br />

quien después huyó por la calle Matamoros hacia el sur, escapando por<br />

una vecindad que también tenía salida de por la calle Centenario. Otras<br />

versiones aseguran que el asesino fue Pedro Arredondo, contratado por<br />

Ballesteros, quien al parecer tenía grado de teniente y, por contar con<br />

influencias, ordenó al comandante de la policía, Genaro Gutiérrez,<br />

que despachara a Agustín Jaime. No faltó quien afirmara que Arredondo<br />

esperó a Agustín afuera de la cantina y desde su caballo le disparó por la<br />

espalda. El joven policía quedó tendido sobre un charco de sangre.<br />

Visto el caso con la perspectiva que dan los años —y a la luz de otros<br />

muchos sucesos similares ocurridos con posterioridad, para no hablar de<br />

los que actualmente nos aquejan— Agustín Jaime padeció la paradoja<br />

de ser víctima de su propia gente. Ya lo decía uno de los presocráticos:<br />

“Nos cuidamos de los enemigos, pero no de los amigos”. Quien mejor te<br />

conoce es quien más fácilmente te puede chingar (esto proviene más bien<br />

de la sabiduría conyugal). La noche del 25 de diciembre de 1931, Agustín<br />

Jaime caminó herido por la calle de Múzquiz y cayó frente a otra cantina<br />

que se denominaba “El Huizache”. De ese lugar fue trasladado al antiguo<br />

Hospital de los Ferrocarriles, ahora edificio del Archivo Municipal de Saltillo.<br />

Jaime fue velado en casa de sus padres y no “en case Joaquina”,<br />

como lo menciona el corrido, lo cual nos llevaría a otra clave pendiente de<br />

solución.<br />

“Ah, que pelao tan borracho. Le decían el Corcho. Agarraba la botea y zas<br />

a’i se quedaba, pegao”, apuntan Óscar Pulido y Eulalio González Piporro<br />

85 Juan Vázquez Ruiz y Juan Bosco Tovar Grimaldo, “Agustín Jaime hizo del amor tragedia y<br />

muerte” en Reportaje SIP (Director: Carlos Robles Nava), Año 8, Núm. 89, Saltillo, Noviembre de<br />

2005, pp. 6-9. Hemeroteca del Archivo Municipal de Saltillo.<br />

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