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Las campanas de doña Josefa<br />
Pasemos de personajes etéreos a mujeres sólidas. A Josefa Báez Treviño<br />
(1694-1771), tataranieta de Santos Rojo, hija del general Francisco Báez,<br />
gobernador del Nuevo Reino de León, se le recuerda como la mujer que<br />
mandó construir la Capilla del Santo Cristo y como la fundadora de la<br />
Cofradía (agosto de 1743) de la que fue mayordoma hasta su muerte.<br />
Para quienes ignoren el significado meramente operativo de las cofradías,<br />
podría decirse que su funcionamiento era parecido al de los Bancos. Se<br />
solicitaban dinero de los feligreses a cambio del compromiso de que, a la<br />
muerte de éstos, su generosidad sería recompensada con misas y rezos.<br />
Otra de sus semejanzas con las instituciones financieras radica en que el<br />
dinero recibido por la cofradía podía ser prestado con el correspondiente<br />
interés. 20 Así que en términos puramente económicos, una cofradía era<br />
algo así como una compañía de seguros, mezclada con una institución<br />
de préstamo. A diferencia de los modernos Bancos, el dinero circulaba<br />
menos y en una sola dirección. De otro modo no se explica que, para<br />
cuando Juárez propuso las Leyes de Reforma, la Iglesia católica haya sido<br />
dueña de casi un tercio de la riqueza nacional y por qué, en tiempos de<br />
Plutarco Elías Calles, el gobierno intentó hacer un inventario de los bienes<br />
manejados por la Iglesia y eso haya sido uno de los detonadores de la<br />
rebelión cristera.<br />
Dejemos de lado el aspecto económico. Elevémonos a los sublimes y<br />
nobles propósitos que alegaban defender las cofradías. Volvamos a la señora<br />
Báez de Treviño. El Santo Cristo permaneció en la capilla reedificada por<br />
los descendientes de Santos Rojo hasta 1762, fecha en que la imagen se<br />
trasladó a la nueva capilla de bóvedas con una bella torre construida con<br />
fondos de Josefa Báez Treviño, aunque en realidad esos fondos habían<br />
salido de las profundidades de una mina y del esfuerzo de los indígenas<br />
que trabajaban en ella. “Los mineros de La Iguana, mina de plata situada<br />
en la Boca de los Leones entre Lampazos y Candela, aportaban para la<br />
construcción toda la plata que era extraída los sábados. El importante<br />
donativo —según lo narra el historiador José de Jesús Dávila Aguirre—<br />
ascendió a más de 100 mil pesos de aquella época”. 21<br />
20 Gabriela Román Jáquez, “El Santo Cristo de la Capilla: caminante del Camino Real”, Gazeta<br />
del Saltillo, Órgano de Difusión del Archivo Municipal de Saltillo, Año VIII, Núm. XII, Nueva Época,<br />
diciembre de 2006, p. 4.<br />
21 José de Jesús Dávila Aguirre, “El Santo Cristo de la Capilla de Saltillo”, Cuaderno de Cultura,<br />
Núm. 2, Dirección General de Promoción Social y Cultural del Estado, Nueva Imagen, Saltillo,<br />
1976, p. 153.<br />
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