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La celebración de Acuña<br />

Dejamos para el final al escritor que es más fácilmente identificable y<br />

reconocible como saltillense no sólo por sus coterráneos sino por la gente<br />

de afuera. Manuel Acuña (1849-1873) nació en nuestra ciudad el 27 de<br />

agosto. Fue instruido en primeras letras por sus propios padres. En el<br />

colegio Josefino cursó los estudios secundarios. En 1865, un viaje a la<br />

Ciudad de México lo condujo al colegio de San Ildefonso, donde cubrió las<br />

asignaturas de latín, matemáticas, francés y filosofía. En 1868 se inscribió<br />

en la Escuela de Medicina la cual, en ese entonces, se encontraba ubicada<br />

en el edificio que antes perteneciera al convento de Santa Brígida. Acuña<br />

residió más tarde en el número 13 del corredor bajo el segundo patio de la<br />

escuela, allí donde una tarde de julio de 1872, algunos de los poetas del<br />

grupo escribieron sobre un cráneo, como sobre un álbum, pensamientos<br />

y estrofas. No puede ser más reveladora esta imagen, que señala la<br />

estética del movimiento romántico. La calavera grabada con pensamientos<br />

demoníacos y angélicos versos. Esto sucedió durante una de las reuniones<br />

de la Sociedad Literaria Netzahualcóyotl, fundada por el poeta quien,<br />

inspirado en el triunfo de la República, creó, en 1868, la Sociedad Filoiátrica<br />

y de Beneficencia cuando contaba con escasos diecinueve años. En 1872<br />

fue estrenado en el Teatro Principal, con gran éxito de público y crítica, su<br />

drama El pasado.<br />

Manuel Acuña se suicidó en la Ciudad de México un mediodía del 6<br />

de diciembre. 104 Sin negar que haya otros versificadores con alguna<br />

aportación valiosa o relevante, la posteridad literaria ha entronizado los<br />

fallidos amores de Acuña con Rosario de la Peña (quien dicho sea de paso<br />

fue la musa de muchos otros poetas) y por alguna razón ha olvidado u<br />

omitido mencionar a aquellos otros amores que sí lograron consumarse,<br />

como por ejemplo su relación con la poetisa Laura Méndez (1853-1928)<br />

quien al parecer tuvo un hijo de Acuña, aunque no se casó con él sino<br />

con el poeta Agustín F. Cuenca (1850-1884), razón por la cual en algunas<br />

antologías e historias de la literatura aparece mencionada como Laura<br />

104 El narrador jalisciense Juan José Arreola expuso como hipótesis de este cuento el hecho<br />

de que el vate saltillense no se suicidó por amor, sino porque no quería quedar con el tiempo<br />

convertido en un poetastro decrépito y anacrónico. Decidió morir joven para asegurarse así la<br />

fama. Véase “Monólogo del insumiso” en Juan José Arreola, Estas páginas mías. Antología, FCE<br />

/ CREA, México, 1985 (Biblioteca Joven 33), pp. 58-60.<br />

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