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“Este que ves engaño colorido”<br />

Aquella mañana de 1999, don Gustavo Espinosa Mireles, 100 hijo del precoz<br />

gobernador carrancista del estado de Coahuila, se levantó temprano de su<br />

suntuso tálamo hecho con auténticos palos del Brasil (sin alusiones pícaras,<br />

por favor). Se acicaló, tomó un ligero desayuno, leyó algunas páginas en<br />

el solemne atril en el que rezara ni más ni menos que el virrey Palafox y<br />

Mendoza, obispo de Puebla y arzobispo de la Nueva España. Más tarde,<br />

se santiguó rápidamente ante el crucifijo hecho con huesos de un mártir<br />

sacrificado por los itzaes en Guatemala, regalo de Francisco de la Maza, y<br />

tomó café con un amigo suyo que había venido directamente de la Ciudad<br />

de México a visitarlo: José Luis Martínez, director de la Academia Mexicana<br />

de la Lengua.<br />

Conversaron amenamente de sus años de juventud, de cuando José Luis<br />

y Gustavo, entonces jovenzuelos imberbes, acudían con Alí Chumacero al<br />

Café París a discutir sobre literatura con los intelectuales españoles del exilio.<br />

Otro de los que acudían a esa célebre tertulia era un joven poeta que se<br />

dedicaba en aquellos días al ingrato trabajo de quemar billetes maltratados<br />

y mugrosos en el Banco de México y que llegaba siempre acompañado de<br />

su mujer, “una güerilla hablantina, flaca y bastante insignificante”, que<br />

se llamaba Elena. Quién se iba a imaginar que, con el tiempo, ese joven<br />

escritor pobrísimo, aunque inteligente, iba a ser nuestro primer premio<br />

Nóbel de literatura.<br />

En esas remembranzas estaban enfrascados don José Luis y don Gustavo,<br />

cuando fueron abruptamente interrumpidos por la criada.<br />

—Ay, discúlpeme, señor. Me da una pena. Pero fíjese que en la puerta está<br />

un señor barbón, con pinta de camionero, acompañado de un montón de<br />

muchachos que parecen una banda de rateros. ¿Llamo a los gendarmes?<br />

—No, no, mujer de Dios. Hazlos pasar. ¿Qué no ves que son el maestro<br />

100 Gustavo Espinosa Mireles Rodríguez (1917-2009), aunque nació en Saltillo, estudió<br />

Economía y Ciencias Políticas en la UNAM y Sociología en las universidades de Georgetown<br />

en Washington y Columbia en Nueva York. Se desempeñó como docente de Economía en la<br />

Universidad Autónoma de Coahuila, donde también fue director de la Facultad de Filosofía y<br />

Letras de Saltillo. Fue miembro del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas. Incursionó<br />

en el periodismo. Fue secretario particular del general Lázaro Cárdenas (entonces secretario de<br />

la Defensa Nacional), director de la Comisión Nacional de la Industria Azucarera y consejero<br />

de la Presidencia de la República. Rescató y durante mucho tiempo fue propietario del célebre<br />

cuadro de sor Juana Inés de la Cruz pintado por Juan de Miranda, obra que actualmente se<br />

encuentra en la Torre de Rectoría de la UNAM.<br />

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