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Volvamos con ese entretenimiento que al parecer permanecerá vigente<br />

un poco más: el cine, donde también los saltillenses hemos dejado nuestra<br />

impronta. Me enteré que la película Pueblerina (1948) de Emilio<br />

Fernández (1904-1986) tomó su título de una de las canciones del<br />

compositor saltillense Felipe Valdés Leal (1899-1988) quien llegó a través<br />

de su música al pueblo de México y trascendió al ámbito internacional. La<br />

cinta obtuvo en 1949 el premio a la mejor música en Cannes.<br />

¿A qué se deberá que el nombre del compositor saltillense no aparece<br />

en los créditos? Perdonen mi maquiavelismo, pero sospecho que en el<br />

fondo hay como siempre un problema de dinero. Mencionar a Valdés Leal<br />

implicaba que él podía reclamar que le pagaran por autorizar el uso de su<br />

música en la película. Al no mencionarlo o al mencionar sólo al responsable<br />

de musicalizar la cinta (el arreglista Antonio Díaz Conde), el problema de<br />

los derechos se sacaba de la cinta y se volvía más complicado para el autor<br />

reclamar un posible pago.<br />

¿Quién se acuerda de los compositores de los temas de las películas?<br />

Se dice que hasta el mismísimo Charles Chaplin (1889-1977) hizo suyo lo<br />

ajeno. Desgraciadamente es difícil tener la suerte de Padilla y Montesinos,<br />

compositores españoles que demandaron a Chaplin por haber plagiado en<br />

Luces de la ciudad (1931) el tema “La violetera”. El cineasta cayó en un<br />

insólito acto de humorismo involuntario al fingirse aquejado de amnesia y<br />

responder ante los tribunales que él creía que la canción era suya porque<br />

la tocaba al piano y hasta la cantaba todas las mañanas a la hora de bañarse.<br />

“Es decir que usted considera que una canción es suya nada más<br />

porque la puede silbar”, concluyó el juez y Chaplin tuvo que pagar una<br />

considerable suma. 64<br />

“Sabe bien el Diablo a quien se le aparece”. ¿Ustedes creen que Valdés<br />

Leal le iba a reclamar al Indio? ¡Por supuesto que no! Ése era de los que<br />

pagaban con plomo.<br />

Valdés Leal trabajó en su juventud como burócrata en el Palacio de Gobierno.<br />

Afortunadamente para nuestra música, emigró a los Estados Unidos (1923)<br />

y se hizo famoso. ¿Qué hubiera logrado si se hubiera quedado trabajando en<br />

Saltillo? Para empezar, su música no hubiera llegado a Cannes y él, cuando<br />

mucho, se hubiera convertido en un jubilado con medio sueldo.<br />

64 Véase Guillermo Cabrera Infante, “Goodbye Charlie”, revista Vuelta, No. 155, octubre de<br />

1989, pp. 62-65.<br />

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