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donde después se estableció la misión del Santo de Jesús. Para proteger<br />

al fraile, que estaba amenazado de perder la cabeza, ya que los tobosos<br />

querían utilizarla para hacer un mitote (nótese: usaban el cráneo a manera<br />

de copa y bebían en él). Suponemos que Juan Larios era un hombre de<br />

gran cabeza. La estrategia utilizada por los cotzales para salvar la vida del<br />

religioso fue proponerles participar en un juego de pelota con el que se<br />

ganaran dicha copa.<br />

En vista de que todavía no se inventaban el futbol ni el beisbol y los<br />

cronistas de entonces, que no tenían la autoridad de “Sony” Alarcón ni<br />

las pintorescas metáforas de Ángel Fernández, no entraron demasiado en<br />

detalles sobre las características de este juego. Lo único que se detalla<br />

es que cada equipo estaba compuesto por cinco integrantes, lo cual nos<br />

da el indicio de que a lo mejor pudiera incluso tratarse de un partido de<br />

básquetbol o de volibol y eso nos llevaría a otras preguntas: ¿qué hubieran<br />

utilizado a modo de canasta o de red? ¿Quién fue el árbitro? Porque los<br />

cotzales perdieron como le ocurriría actualmente a cualquier equipo<br />

visitante que se enfrentara a un equipo local con buena porra y todas las<br />

apuestas a su favor.<br />

Como ocurre actualmente con los malos perdedores, cuando se acaba el<br />

deporte empieza la bronca. Los cotzales, en vista de su derrota, decidieron<br />

defender al fraile usando sus arcos y flechas. Aquí volvemos a toparnos con<br />

otro de esos casos que ya hemos visto en los cronistas de la conquista o la<br />

evangelización en que las cifras nomás no cuadran. ¿Cómo es posible que<br />

los indios tobosos (que según la crónica eran trescientos) no hayan podido<br />

atinarle con ninguna flecha a cinco cotzales y, en cambio, éstos pudieran<br />

matar a cien tobosos y poner en fuga al resto? Me pregunto: ¿Qué clase de<br />

tobosos eran esos indígenas? ¿Acaso unos dulcineos?<br />

Juan Larios llegó a nuestras tierras cumplidos los 40 años y murió a los<br />

46, tal lapso duró su incansable labor y ciertamente pocos podrían presumir<br />

de ser padres de tan extenso territorio en poco más de un lustro. Tampoco<br />

ninguno de los conquistadores y misioneros de la época puede presumir<br />

de haber sido la primera copa deportiva disputada en un partido y, aunque<br />

no provocó un mitote, de que hubo trifulca la hubo.<br />

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