13.04.2013 Views

LA NUEVA EN LOS SACRAMENTOS

LA NUEVA EN LOS SACRAMENTOS

LA NUEVA EN LOS SACRAMENTOS

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

140 La Iglesia como sacramento<br />

la separación definitiva, escatológica, entre la solidaridad en el pecado,<br />

que comenzó con la culpa del primer Adán, y la solidaridad en<br />

la salvación, que alcanzó su vértice más alto en el misterio pascual<br />

de la redención. La piedad, el cuidado maternal de la Iglesia se opone,<br />

siempre en íntima unión con la piedad del Padre celestial y de<br />

Cristo en el Espíritu Santo, a la solidaridad para el mal en que se<br />

encuentra atenazado el «mundo malo». Todo pensamiento y afecto<br />

egoísta, con los que continuamente se intenta poner por encima de<br />

todo el propio valor de la persona, contribuye a enzarzar al hombre<br />

en la funesta solidaridad con el mundo malo tras de la que está<br />

siempre Satán, el tentador y calumniador. Cuando tantos hijos de la<br />

Iglesia se dejan arrastrar de sus impulsos egoístas y del espíritu mundano,<br />

es preciso vivir al máximo nuestra solidaridad para la común<br />

salvación, compartiendo los sentimientos de piedad de la santa madre<br />

Iglesia.<br />

No basta afirmar; hay que dar testimonio, porque así lo exige<br />

la santa vocación de la Iglesia, de que la solidaridad salvífica fundada<br />

en Cristo es mucho más profunda y mucho más eficaz que la<br />

esclavitud colectiva impuesta por el pecado.<br />

Al predicar sobre este sacramento de la penitencia y en el decurso<br />

del rito penitencial, aparecen una y otra vez los «gemidos de la<br />

paloma». Es imposible dejar de escuchar los gritos" de ayuda que<br />

lanza la Iglesia en solidaridad con los pecadores. Esos gritos son una<br />

prolongación del grito conmovedor de Cristo en la cruz: «Dios mío,<br />

Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Como Cristo y en unión<br />

de Cristo padece la Iglesia dolores de parto y angustias de muerte<br />

cuando ve a uno de sus hijos caído en la miseria del pecado mortal.<br />

Ni los mismos pecados veniales puede verlos sin seria preocupación<br />

y dolor.<br />

Gran parte del rito solemne del sacramento de la penitencia está<br />

formado por salmos y oraciones penitenciales. Y es interesante advertir<br />

que estas preces no las recitan solamente los que se acercan<br />

al sacramento o los que tienen impuesta una penitencia pública. Son<br />

recitadas por toda la comunidad. Toda la Iglesia implora piedad<br />

para los que han pecado.<br />

No es otra razón sino esa misma piedad, ese sentimiento de preocupación<br />

y bondad maternales, lo que mueve a la Iglesia a representar<br />

tan insistentemente al pecador la malicia y desgracia del pecado.<br />

El carácter asocial del pecado 141<br />

Sabe muy bien que sin conocimiento de esa malicia intrínseca de la<br />

culpa, sin arrepentimiento y deseo de hacer penitencia no es posible<br />

la conversión y el retorno a la familia de Dios.<br />

EL CARÁCTER ASOCIAL DEL PECADO<br />

Para comprender por qué el pecado de nuestros primeros padres<br />

se convirtió en un fenómeno de alcance social, hay que partir del<br />

hecho de que en todo pecado, aun en el puramente personal, existe<br />

este aspecto social. Todo pecado es impiedad, im-pietas en el sentido<br />

original de este término entre los romanos, es decir, falta contra el<br />

sentido de familia; más aún, colaboración con el enemigo de la familia,<br />

en este caso con el enemigo de Dios y de la madre Iglesia.<br />

Y esto no se aplica solamente al pecado o acción pecaminosa que<br />

debilita notablemente las fuerzas del bien que luchan en la humanidad,<br />

fortaleciendo simultáneamente el poder del mal. Esto vale también<br />

referido a los mismos pecados internos de pensamiento y deseo,<br />

como igualmente a los pecados de omisión de algún bien posible por<br />

virtud de una gracia particular.<br />

En el lenguaje penitencial de los monjes orientales encontramos<br />

una palabra, TOV8O?, para designar un sentimiento continuo y hasta<br />

toda una vida dominada por la idea de la expiación y penitencia por<br />

los pecados. Debiéramos hacer nuestra la actitud de dichos monjes,<br />

denominados 7TSV0LXOÍ, es decir, monjes penitentes, llorando sin cesar<br />

lágrimas de dolor por todas nuestras negativas a la gracia, ya que<br />

precisamente el no a la gracia de Dios contribuye a debilitar la plenitud<br />

de salvación en el mundo y resta fuerzas a la lucha solidaria<br />

contra las potencias del mal.<br />

Ya el mero hecho de que el pecador tiene que confesar su pecado<br />

delante de la Iglesia, debe traerle a la conciencia que con su pecado<br />

no ha faltado únicamente contra Dios, el Padre común, sino<br />

también contra la Iglesia.<br />

El rito solemne de la penitencia en el Pontifical es sobre este<br />

respecto extraordinariamente impresionante: el penitente se ve excluido<br />

de la comunidad eucarística a fin de que se dé cuenta de que<br />

sus pecados, mientras no estén expiados por la penitencia, ocasionan<br />

«la desolación de la Iglesia en una de sus partes» y un «daño

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!