LA NUEVA EN LOS SACRAMENTOS
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<strong>LA</strong> EUCARISTÍA Y <strong>LA</strong> <strong>NUEVA</strong> LEY<br />
Llegado el momento, ocupó su puesto en la mesa, y los apóstoles<br />
con él. Jesús les dijo: «Cómo he deseado comer este cordero<br />
pascual con vosotros antes de mi pasión. Pues os digo que no lo<br />
volveré a comer hasta que halle su cumplimiento en el reino de<br />
Dios.»<br />
Entonces tomó el cáliz, rezó la acción de gracias y dijo: «Tomad,<br />
repartidlo entre vosotros. Pues yo os digo que no beberé<br />
más del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios.»<br />
Luego tomó el pan, recitó la acción de gracias, y partiendo<br />
el pan se lo dio con estas palabras: «Esto es mi cuerpo que por<br />
vosotros será entregado. Haced esto en recuerdo mío.y E igualmente,<br />
después de la comida, tomó el cáliz y dijo: «Este cáliz es<br />
la nueva alianza en mi sangre que por vosotros será vertida»<br />
(Le 22, 14-20).<br />
EL CÁLIZ DE <strong>LA</strong> <strong>NUEVA</strong> ALIANZA<br />
La antigua alianza fue sellada con la sangre de las víctimas.<br />
Aquellos sacrificios fueron tipo de la nueva alianza sellada por Cristo<br />
con la humanidad redimida mediante su sangre. En el Antiguo Testamento<br />
se consideraba la sangre como el vehículo de la vida (cf.<br />
Lev 17, 11). En la sangre de Cristo sí que está nuestra vida. Al entregarnos<br />
su vida prolongó por todos los siglos las virtualidades de<br />
su existencia terrena. La sangre de Cristo es el signo de la nueva y<br />
El cáliz de la nueva alianza 149<br />
eterna alianza. Lo que en la antigua era solamente símbolo se ha<br />
convertido en la nueva en una insospechada realidad. La sangre de<br />
las víctimas anunciaba la sangre de Cristo, el cual, derramando con<br />
su sangre su vida, abrió la fuente de vida para muchos.<br />
Del corazón de Cristo traspasado por la lanza brotó sangre y<br />
agua (Jn 19, 34). En la sangre de Cristo, rescate infinitamente precioso<br />
(1 Pe 1, 19), hemos sido lavados de toda culpa (1 Jn 1, 7;<br />
Ap 19, 13). La fe en este grande amor del Señor nos da victoria<br />
sobre el mundo: «Ésta es la victoria sobre el mundo, nuestra fe.<br />
¿Nadie vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de<br />
Dios? Él ha venido por medio del agua, de la sangre y del Espíritu*<br />
(1 Jn 5, 4ss). De este amor fortísimo, de este realismo de la nueva<br />
alianza nos da testimonio el Espíritu Santo derramado en nuestros<br />
corazones: «No ha venido solamente en el agua, sino en el agua y<br />
en la sangre: el Espíritu lo atestigua» (1 Jn 5, 6).<br />
De esta manera, en el cáliz de la nueva alianza halló cumplimiento<br />
la promesa: «Ésta es la alianza que yo concluiré en aquellos<br />
día^s con la casa de Israel: pondré mi ley en su interior y la escribiré<br />
en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Jer 31,<br />
31ss; Heb 8, 10; 10, 16). El Espíritu, que es la verdad, nos enseña<br />
desde el interior de nosotros mismos a mirar a aquel que ha sido<br />
traspasado por nosotros y que por nosotros derramó su sangre. Así,<br />
su gran empresa redentora nacida del amor que nos tenía se convierte<br />
por la acción del Espíritu Santo en ley interior y urgente de<br />
nuestra vida.<br />
«Los sacrementos de la nueva ley» están todos ellos orientados<br />
en su más profundo significado hacia la alianza que el Señor afirmó<br />
con su sangre. Haciéndonos participar de esta alianza, nos obligan<br />
juntamente a un amor que sea respuesta adecuada al amor de Cristo<br />
y a una seriedad que tiene su medida en la muerte de Cristo en el<br />
sacrificio de la cruz. Mientras no lleguemos a «resistir hasta el derramamiento<br />
de sangre» (Heb 12, 4), mientras en la lucha contra los<br />
enemigos de la salvación no hayamos aguantado con un amor dispuesto<br />
a la muerte las pruebas más duras y decisivas, no creamos<br />
que el agradecimiento y el amor que nos exige la nueva ley han alcanzado<br />
en nosotros toda su perfección.<br />
En la eucaristía celebramos, hasta el día de la consumación final,<br />
la nueva y eterna alianza. Esto quiere decir también que incansa-