13.04.2013 Views

LA NUEVA EN LOS SACRAMENTOS

LA NUEVA EN LOS SACRAMENTOS

LA NUEVA EN LOS SACRAMENTOS

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

226<br />

Dignidad del ministerio sacerdotal<br />

asunto privado», proclama la pastoral moderna la necesidad de insistir<br />

en la predicación del reino universal de Dios; es preciso que el<br />

reino predicado por Jesucristo sea presentado hoy conforme a las<br />

condiciones de hoy y en un lenguaje actual como la gran vuelta del<br />

mundo hacia Cristo. Por eso la gran tarea de nuestro tiempo es la<br />

recristianización del mundo, a fin de lograr que los valores y criterios<br />

cristianos informen honda y auténticamente todos los sectores de la<br />

vida. Y siendo esta labor de cristianización de todos los ambientes,<br />

la gran obligación de la hora presente, es preciso que todos los que<br />

participan en la misión pastoral de la Iglesia, velen con toda sinceridad<br />

y escrupulosidad para que sus afanes estén realmente dominados<br />

por los intereses del reino de Dios y no se supediten únicamente<br />

a mantener posiciones humanamente ventajosas o a sacar<br />

adelante cueste lo que cueste puros quites de prestigio.<br />

El laicismo y el clericalismo alzan el grito sin razón tan pronto<br />

como escuchan a la Iglesia exigir por medio de sus representantes<br />

los derechos soberanos de Dios sobre todos los sectores de la vida<br />

pública y privada. ¿No habrá que achacar esa actitud hostil, entre<br />

otras causas, a que el clero no raras veces en el curso de la historia<br />

se ha unido a la clase dirigente para mantener encarnizadamente<br />

privilegios que por circunstancias favorables había conseguido ir<br />

acumulando? Probablemente no se puede explicar el anticlericalismo<br />

rayano en la historia de ciertas regiones de Italia, sin conocer la<br />

historia de aquellos prelados que habían elegido el estado clerical<br />

sobre todo en vistas a las ventajas de poder y autoridad que les confería.<br />

La disputa sobre la primacía entre los apóstoles, la negra historia<br />

de la simonía y del nepotismo, el fácil recurso a la excomunión<br />

para resolver litigios de orden terreno, las disputas, las rivalidades<br />

y otras miserias peores que opusieron frecuentemente a las órdenes<br />

religiosas, deberían hacernos vigilantes ante el peligro que se esconde<br />

siempre para aquellos que participan en los plenos poderes y función<br />

pastoral de la Iglesia: para evitar la tentación de querer dominar<br />

en vez de servir.<br />

Siendo la obligación propia de la hora presente la recristianización<br />

de todos los sectores de la vida, la pastoral ambiental, debemos<br />

temer como a la misma peste ese tipo de clericalismo que quiere<br />

dirigirlo todo. Con fieles cristianos que se limitan a recibir las indicaciones<br />

y recetas del clérigo cual si fueran niños pequeñitos, mal<br />

Humildad del oficio pastoral 227<br />

se puede cristianizar ningún ambiente. A sacerdotes y seglares que<br />

ponen demasiado interés en su propio prestigio, en cuestiones de precedencia<br />

y autoridad, nadie les creerá que en realidad buscan únicamente<br />

la gloria y advenimiento del reino de Dios. «Bienaventurados<br />

los mansos, porque ellos poseerán la tierra» (Mt 5, 5). En todos los<br />

tiempos, y hoy quizá más que nunca, será siempre cierto que la<br />

clave de un apostolado fructífero es la diakonía, el servicio desinteresado.<br />

Toda dureza y afán de mandar, toda búsqueda de posiciones<br />

ventajosas por parte de los servidores de la Iglesia, trae consigo el<br />

más radical debilitamiento de la religión.<br />

En una aldea de Rusia central, me dieron en una ocasión dos<br />

jóvenes el tratamiento de «señor». El venerable anciano en cuya<br />

isba me hospedaba, les recriminó muy seriamente: «Éste no es un<br />

señor. Es un batiuschka (padrecito).» Avergonzados, me pidieron<br />

disculpas, pues no sabían que yo era sacerdote. De haberlo sabido,<br />

nunca habrían dado a un sacerdote el título de «señor», por considerarlo<br />

una ofensa.<br />

Aquellos cristianos sabían bien hasta dónde llega el misterio de la<br />

diakonía. Que en otros países el sacerdote reciba el apelativo de<br />

«señor» como muestra de respeto a su dignidad, no significa nada<br />

en contra. Pero cuando no se trata de un título introducido por costumbre,<br />

sino que los sacerdotes trabajan por recabárselo para «señorear»,<br />

entonces la diakonía sacerdotal, el oficio pastoral ha perdido<br />

todo su brillo y su mayor eficacia.<br />

La diaconisa de nuestra salvación, la «humilde esclava», la virgen<br />

María, entonó su cántico a la gloria de la humildad. Por haberse<br />

puesto ella al servicio del amor sin reservas, todas las generaciones<br />

la llaman bienaventurada.<br />

¡Señor, envía obreros a tu viña!<br />

¡Señor, da a tu Iglesia sacerdotes santos!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!