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LA NUEVA EN LOS SACRAMENTOS

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214 Eucaristía y virginidad<br />

rifica en toda verdad y realidad un desposorio con Cristo... Por eso<br />

la virginidad no es un sacramento, como tampoco lo es Cristo en la<br />

gloria» 16 .<br />

La virginidad es un prenuncio del banquete nupcial del cielo<br />

que la eucaristía nos anuncia y asegura. Todos los que siguen la invitación<br />

del Señor son sus distinguidos comensales, los «hijos del<br />

esposo», sus compañeros (Mt 9, 15), pero de modo especial los<br />

que como vírgenes con lámparas encendidas representan a la Iglesia<br />

virgen en espera de su virginal esposo (cf. Mt 25, lss). Ellos<br />

son los que, habiendo conservado intacto su corazón, podrán apreciar<br />

mejor cuan bueno es el Señor.<br />

La celebración de la eucaristía y el estado de virginidad dan al<br />

mundo claro testimonio de que las fuerzas escatológicas del reino<br />

de Dios están ya operando e impulsando fuertemente a todos hacia<br />

las bodas del cordero y la esposa. En aquel día la virgen y esposa, la<br />

madre Iglesia, entonará con todos sus hijos de verdad — entre los<br />

cuales están también los casados que han vivido unidos a Cristo con<br />

un corazón tan íntegro como los célibes (1 Cor 7, 29) — el «cántico<br />

nuevo» de las vírgenes, que «siguen al cordero por dondequiera<br />

que vaya» (Ap 14, lss).<br />

Señor, tú distribuyes tus dones abundantes como quieres. Suscita<br />

en tu Iglesia numerosas vocaciones a la vida virginal. Haz que aquellos<br />

que han sido llamados sigan agradecidos tu voz y, fieles a la<br />

gracia de su vocación, den al mundo el testimonio de la libertad de<br />

los hijos de Dios.<br />

1$. J. DiixERSBERGEit, Wer es fassen kann, Salzburgo 1932, p. 136,<br />

DIGNIDAD DEL MINISTERIO SACERDOTAL<br />

Jesús tomó el pan, recitó la acción de gracias, y, partiéndolo,<br />

lo dio a los discípulos con estas palabras: «Esto es mi cuerpo que<br />

por vosotros será entregado. Haced esto en recuerdo mío.»<br />

E igualmente,- después de la comida, tomó el cáliz y dijo: «-Este<br />

cáliz es la nueva alianza en mi sangre que por vosotros será vertida.»<br />

Surgió entonces entre los discípulos una discusión sobre cuál<br />

sería el mayor de ellos. Jesús les interpeló: «En el mundo, los<br />

reyes dominan sobre sus subditos y los que ejercen la autoridad<br />

sobre los otros se hacen llamar sus bienhechores. Pero entre vosotros<br />

no ha de ser así. Al contrario, el mayor entre vosotros pórtese<br />

como el más joven, y el que manda, como el que sirve. Decidme,<br />

si no, ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa o el<br />

que sirve? Sin duda, el que está sentado a la mesa. Pues vedme<br />

a mí entre vosotros como servidor vuestro.<br />

«Vosotros habéis permanecido firmes a mi lado en mis tiempos<br />

difíciles. Ahora yo dispongo en favor vuestro del reino, como<br />

el Padre dispuso de él en favor mío. En mi reino os sentaréis<br />

a mi mesa y beberéis en mi compañía y os sentaréis en tronos<br />

para juzgar a las doce tribus de Israel» (Le 22, 19-30).<br />

¿Qué cosa más grande y sublime que el sacerdocio de Cristo?<br />

Con un juramento sagrado presentó el Padre a todos los hombres a<br />

su Hijo como sumo sacerdote del nuevo y eterno Testamento: «El<br />

Señor lo juró y no se volverá atrás: Tú eres sacerdote para siempre»<br />

(Heb 7, 21; Sal 109, 4).

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