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Magdalena Medio Santandereano - Movimiento de Víctimas de ...

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preguntaban qué era lo que hacía, y si el mercado era para la guerrilla. El simplemente<br />

respondió que trabajaba en la cooperativa y por eso era que llevaba el mercado.<br />

A pesar <strong>de</strong> la respuesta, los soldados no le creyeron a Hernando; por el contrario, lo<br />

alejaron como a unos 100 metros <strong>de</strong>l bus y <strong>de</strong> los pasajeros. Nuevamente, los militares<br />

insistieron para que dijera dón<strong>de</strong> estaba la guerrilla, dón<strong>de</strong> llegaban y quienes eran sus<br />

integrantes para que no le pasara nada o <strong>de</strong> lo contrario lo iban a matar. Hernando<br />

simplemente les dijo que “a toda la gente <strong>de</strong> civil les tocaba trabajar con la guerrilla si<br />

pasaba por las veredas y casas, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> darles bebida y comida si así lo solicitaban”.<br />

Los militares, no contentos con la respuesta, procedieron a torturarlo con maniobras <strong>de</strong><br />

ahogamiento en forma interrumpida, obligándolo a pararse o sentarse según le dijeran,<br />

mientras que dos <strong>de</strong> ellos se montaban sobre su cuerpo y lo golpeaban.<br />

Debido a la constante e interrumpida tortura a la que estaba siendo sometido, Hernando<br />

perdió el conocimiento. Cuando <strong>de</strong>spertó, los soldados lo llevaron a una pila <strong>de</strong> agua<br />

don<strong>de</strong> lo lavaron y le limpiaron el barro que tenía. Después, le or<strong>de</strong>naron sentarse y como<br />

por espacio <strong>de</strong> media hora no lo volvieron a agredir, hasta que llegó al lugar el Teniente<br />

Corrales Larrarte, quien comenzó a amenazarlo con su fusil diciéndole que como no había<br />

dicho nada <strong>de</strong> lo que sabía <strong>de</strong> la guerrilla se tenía que morir. Luego el Oficial llamó a dos<br />

soldados y les dijo que mataran a Hernando; ellos le pusieron un fusil en la boca y otro en<br />

el oído, obligándolo a contar hasta 10 para dispararle, y ante la negativa <strong>de</strong> él se retiraron,<br />

pero enseguida volvió el Teniente quien comenzó a golpearlo en diversas partes <strong>de</strong>l<br />

cuerpo con puños, patadas y la culata <strong>de</strong>l fusil.<br />

Los hechos ocurrieron al frente <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Ulpiano Silva, quien en el momento no se<br />

encontraba allí, pero sí otras personas que la habitaban, entre ellos Ernesto Figueroa y<br />

dos trabajadores: Argemiro Bravo y Ovidio Quintanilla. Todos ellos se dieron cuenta <strong>de</strong><br />

las acciones que fueron cometidas por los militares contra Hernando Pinto, pero ninguno<br />

podía musitar palabra alguna.<br />

Al día siguiente <strong>de</strong> la <strong>de</strong>tención y torturas contra Hernando, 17 soldados <strong>de</strong> la Brigada<br />

Móvil No. 2, pasaron por su casa y lo mandaron a llamar con su mujer, la señora Zoila<br />

Niño. Al levantarse y aten<strong>de</strong>r a los militares (todavía mal herido por las lesiones en su<br />

cuerpo <strong>de</strong>l día anterior), estos le or<strong>de</strong>naron que siguiera con ellos, pero Hernando se<br />

negó, lo cual propició que lo comenzaran a insultar y amenazar. Al ver que la situación se<br />

complicaba aún mas, Hernando accedió a acatar la or<strong>de</strong>n sólo si salía con un hijo suyo <strong>de</strong><br />

cuatro años, a quien cargó en brazos. Los militares aceptaron y lo metieron en medio <strong>de</strong> la<br />

tropa con el niño; su mujer también se unió a la marcha cargando su bebé <strong>de</strong> cuatro<br />

meses. En el camino, los militares lo acusaban <strong>de</strong> ser guerrillero y lo presionaban para<br />

que les diera información acerca <strong>de</strong> la guerrilla, pues si no les colaboraba, iba a correr<br />

peligro y la única forma <strong>de</strong> evitarlo era abandonando la región.<br />

Anteriormente, en una reunión convocada por el batallón Luciano D' Elhuyar en el<br />

municipio <strong>de</strong> El Carmen, el 3 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1991, HERNANDO PINTO NOCUA había sido<br />

amenazado por el ejército. Al día siguiente, Hernando fue <strong>de</strong>tenido por el Teniente<br />

Corrales Larrarte, quien lo señaló como guerrillero y le dijo que apoyaba las reuniones <strong>de</strong><br />

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