13.05.2013 Views

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un murito, observándo<strong>los</strong>, sin atreverse a acercarse,<br />

hasta que fi nalmente uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres la vio y la llamó. Lo <strong>de</strong>be<br />

haber impactado su b<strong>el</strong>leza y sus pocos años, porque a pesar <strong>de</strong><br />

que olía a alcohol no le faltó al respeto. Para <strong>el</strong>la, especialmente,<br />

abrió <strong>los</strong> misteriosos paquetes, y mientras la <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong>scubrir<br />

uno por uno <strong>los</strong> maravil<strong>los</strong>os objetos con su risa <strong>de</strong> niña, tomó<br />

la inquebrantable <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> hacerla su mujer d<strong>el</strong>ante d<strong>el</strong> Señor.<br />

Al día siguiente, cuando llegó con <strong>el</strong>la frente a la humil<strong>de</strong> casa<br />

<strong>de</strong> sus padres, mi bisabu<strong>el</strong>o entendió con difi cultad las palabras<br />

que <strong>el</strong> hombre le dirigía en español —ya que él y su familia solo<br />

hablaban náhuatl. Por <strong>el</strong> contrario, comprendió perfectamente <strong>los</strong><br />

gestos d<strong>el</strong> extranjero, que pru<strong>de</strong>ntemente se había provisto <strong>de</strong> un<br />

viejo crucifi jo, para <strong>de</strong>mostrar que era un buen cristiano, y que<br />

quería casarse con mi abu<strong>el</strong>a. Gesticulando, intentaba representar<br />

una iglesia en la que se arrodillaban d<strong>el</strong>ante <strong>de</strong> un cura imaginario<br />

para recibir la bendición divina. Mi bisabu<strong>el</strong>o rechazó con la<br />

mayor cortesía posible la bot<strong>el</strong>la <strong>de</strong> alcohol <strong>de</strong> maíz que había<br />

traído <strong>el</strong> hombre y luego, sin dulzura, hizo entrar a mi abu<strong>el</strong>a en la<br />

casa. Cuando <strong>el</strong> hombre se fue, dio libre curso a su cólera. ¿Acaso<br />

su hija quería <strong>de</strong>shonrar a su familia, a su pueblo? Temblando, la<br />

niña juró que <strong>el</strong> extranjero había sido bueno con <strong>el</strong>la, que no le<br />

había hecho nada malo y que le había impedido regresarse sola<br />

tan entrada la noche. Le había dado <strong>de</strong> comer, había extendido su<br />

cobija para <strong>el</strong>la y vigilado su sueño, v<strong>el</strong>ando la noche entera cerca<br />

<strong>de</strong> la fogata. Entre sus lágrimas, le suplicaba a su padre que le<br />

creyera. Pero él se mostró infl exible. Para empezar y por haberse<br />

escapado, la mandó acostarse lejos d<strong>el</strong> fogón, sin comer. Tirada<br />

en <strong>el</strong> viejo petate, oía nítidamente las palabras <strong>de</strong> su padre. Qué<br />

dolor, <strong>de</strong>cía. ¡Mejor es tener varones! No sin sorpresa, se enteró<br />

<strong>de</strong> que su padre ya se había puesto <strong>de</strong> acuerdo con <strong>el</strong> viejo Bartolo,<br />

un vecino d<strong>el</strong> paraje que se la había pedido para su hijo. Bartolo<br />

era un hombre fuerte, que trabajaba duro. Juanito su hijo mayor,<br />

ya era casi un hombre y manejaba <strong>el</strong> machete con <strong>de</strong>streza en la<br />

parc<strong>el</strong>a. Oyó aún a su madre hacer comentarios sobre <strong>los</strong> <strong>de</strong>talles<br />

86

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!