IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet
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tomarme un traguito. ¿Vas a querer? Mica<strong>el</strong>a niega con la cabeza.<br />
Lorena levanta su vaso: ¡Por nuestros errores! Luego dice, seria:<br />
¿sabés qué, Mica<strong>el</strong>a? A pesar <strong>de</strong> todo, no me arrepiento. Nunca<br />
voy a renegar <strong>de</strong> lo que hemos hecho. Sigo creyendo en la lucha,<br />
así estoy hecha. No puedo quedarme así, sin hacer nada, <strong>de</strong> brazos<br />
cruzados, estoy hirviendo <strong>de</strong> rabia. Quien quiere <strong>los</strong> fi nes encuentra<br />
<strong>los</strong> medios: no tenemos otra alternativa. Y sin embargo… Sin<br />
embargo, ¡no po<strong>de</strong>mos volvernos inhumanas! Hubiera ganado<br />
<strong>el</strong> enemigo… Hiciste bien en actuar así. Haré todo lo que pueda<br />
para ayudarte. Mica<strong>el</strong>a se queda viendola directamente a <strong>los</strong> ojos,<br />
largo rato. Luego habla: me hicieron pensar tus palabras. No les<br />
expliqué bien, no hallé la manera. Pensaba que enten<strong>de</strong>rían, que<br />
sus corazones les dirían que la vida d<strong>el</strong> más pequeño <strong>de</strong> entre<br />
nosotros vale más que todas las estrategias <strong>de</strong> guerra. Ahora,<br />
veo que <strong>el</strong> mal gobierno ha doblegado sus espíritus, ya no se<br />
reb<strong>el</strong>an frente a la muerte. Sus corazones se han dormido. Aprieta<br />
<strong>los</strong> puños. No pue<strong>de</strong> ser así. Tengo que volver allá: tengo que<br />
hablarles, <strong>de</strong>cirles que la lucha se está muriendo. Lorena se pone<br />
<strong>de</strong> pie: te juro que haré todo lo que pueda para ayudarte. Con <strong>el</strong><strong>los</strong>,<br />
te toca a vos hablar, pero en cuanto a las tres compañeras, te juro<br />
que las operarán, aquí, y las aten<strong>de</strong>rán <strong>los</strong> mejores especialistas. Y<br />
si es necesario, ¡iré a buscarlas con vos!<br />
Lorena se <strong>de</strong>spierta: la noche le ha parecido corta. No se<br />
acuerda <strong>de</strong> ningún sueño. Sin embargo, extrañamente, no sintió<br />
ninguna difi cultad para dormirse ayer, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la conversación<br />
con Mica<strong>el</strong>a. Al contrario, todo está clarísimo. Parecería que<br />
le hubieran quitado un tremendo peso <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombros. No, sus<br />
muertos no han muerto en vano. Esta mañana, están todos aquí,<br />
<strong>los</strong> siente como una presencia, a<strong>de</strong>ntro. Fluyen en sus venas, laten<br />
en su sangre caliente, llenan cada una <strong>de</strong> sus células. Jamás se<br />
había sentido tan viva. Como un río que ha vu<strong>el</strong>to a encontrar su<br />
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