13.05.2013 Views

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

que serpentea entre las milpas. De vez en cuando, se cruzan con<br />

un campesino, con una señora, que las saluda a lo lejos. Mica<strong>el</strong>a<br />

disimula siempre lo más que pue<strong>de</strong> su rostro. Poco a poco, la<br />

bruma <strong>de</strong> la mañana se levanta allá abajo y aparecen cafés,<br />

grises, marrones, las tierras secas, <strong>de</strong>soladas, d<strong>el</strong> valle <strong>de</strong> México.<br />

Gina ha tomado la cabeza <strong>de</strong> la pequeña columna, no lo pue<strong>de</strong><br />

evitar: es para ver mejor cada planta, cada hoja, cada tronco y<br />

las t<strong>el</strong>arañas cent<strong>el</strong>lantes que retienen <strong>el</strong> agua entre <strong>los</strong> h<strong>el</strong>echos.<br />

En medio, Mica<strong>el</strong>a, atenta, graba cada <strong>de</strong>talle y observa rastros<br />

in<strong>de</strong>scifrables <strong>de</strong> ramas rotas, <strong>de</strong> pasos, <strong>de</strong> aperturas discretas<br />

entre <strong>el</strong> follaje que <strong>de</strong>saparecen rumbo a milpas lejanas. Cerrando<br />

la marcha, retrasándose, Lorena progresa más <strong>de</strong>spacio: insistió<br />

en llevar la mochila, al menos al comienzo <strong>de</strong> la caminata. El sol<br />

está pálido aún cuando <strong>de</strong>jan las últimas milpas para a<strong>de</strong>ntrarse en<br />

<strong>el</strong> bosque. Al pasar la línea <strong>de</strong>fi nitiva entre <strong>el</strong> campo y la espesura,<br />

sienten <strong>el</strong> aire más fresco, más <strong>de</strong>nso. Flotando entre <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s<br />

árboles, una luz ver<strong>de</strong>, líquida, las absorbe. Algo <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> sobre<br />

sus cabezas, juega con su cab<strong>el</strong>lo, acaricia su pi<strong>el</strong>. Es <strong>el</strong> polvillo<br />

dorado d<strong>el</strong> polen que danza con <strong>los</strong> rayos d<strong>el</strong> sol, tamizados<br />

por <strong>el</strong> follaje. Imperceptiblemente, <strong>el</strong> ritmo <strong>de</strong> sus corazones se<br />

apacigua, su respiración se hace más profunda.<br />

Gina y Mica<strong>el</strong>a la han <strong>de</strong>jado atrás. Lorena se alegra<br />

<strong>de</strong> llevar la mochila, pues le da un motivo para estar cansada<br />

y quedarse en la retaguardia. De hecho, por cierto, todos esos<br />

cigarril<strong>los</strong> no le han hecho ningún bien. Tengo que aguantar,<br />

¡qué vergüenza!, piensa mientras se seca la frente con su manga.<br />

Da otros tres pasos antes <strong>de</strong> tropezar con una piedra gran<strong>de</strong>.<br />

De su boca sale, sonoro, un gran ¡mierda! ¡Mierda tú misma!<br />

¡Podrías mirar por don<strong>de</strong> pisas! Lorena cae sentada, menos <strong>de</strong><br />

dolor que <strong>de</strong> sorpresa: ¿quién habla? Pues yo, ¿qué crees ?, dice<br />

la piedra. Lorena se seca la frente <strong>de</strong> nuevo con un sentimiento<br />

58

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!