13.05.2013 Views

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

hay que <strong>de</strong>jarse distraer. Y sin embargo… Traspasa <strong>los</strong> huevos<br />

a un plato y pone una tortilla en <strong>el</strong> comal. El rostro moreno d<strong>el</strong><br />

padre Rafa<strong>el</strong> fl ota d<strong>el</strong>ante <strong>de</strong> sus ojos. El padre Rafa<strong>el</strong> hubiera<br />

hecho igual que <strong>el</strong>la. Nunca hubiera <strong>de</strong>jado morir a nadie sin<br />

haber hecho todo lo que estaba en su po<strong>de</strong>r para impedirlo. La<br />

voz fuerte y exaltada d<strong>el</strong> Padre retumba en sus oídos: ¡hermanos,<br />

hermanas! ¡Despierten! El fatalismo nos ha hecho mucho daño.<br />

Dios no quiere que bajemos la cabeza. Dios no quiere que sus<br />

hijos sufran, ¿me están oyendo? ¡Dios no quiere que sus hijos<br />

mueran!… ¿Entonces? Era necesario hacer lo que <strong>el</strong>la hizo.<br />

Había que faltar a la disciplina, claro que sí, había que hacerlo.<br />

Con esto también estaba <strong>de</strong> acuerdo <strong>el</strong> comandante Jo<strong>el</strong>, sólo que<br />

no lo podía <strong>de</strong>cir. No podía <strong>de</strong>cirle: vete, tienes permiso. Y a la<br />

comandancia general, ¿qué podrá <strong>de</strong>cirle para explicar que me he<br />

ido? ¿Qué podrá contestar?… En la sala se oyen ruidos. Lorena<br />

se ha <strong>de</strong>spertado. Empuja la puerta <strong>de</strong> la cocina y bostezando<br />

aún, dice, intentando parecer enojada: Mica<strong>el</strong>a, ¿qué hacés? ¡Qué<br />

vergüenza! Estás en mi casa y vos sos la que prepara <strong>el</strong> café…<br />

Andá, apuráte, andá a bañarte, que prendí <strong>el</strong> boiler…<br />

Cuando vu<strong>el</strong>ve Mica<strong>el</strong>a, la mesa está puesta. Absorta,<br />

peina su larga cab<strong>el</strong>lera mojada. ¿Qué vas a hacer hoy, Lorena?<br />

Lorena sirve <strong>los</strong> huevos: voy a ver lo que puedo hacer para<br />

lo que me dijiste, con unas mujeres que conozco. ¿Tenés que<br />

volver luego? Mica<strong>el</strong>a separa sabiamente sus cab<strong>el</strong><strong>los</strong> en<br />

tres, hasta la punta, tres serpientes brillantes. Sus <strong>de</strong>dos son<br />

precisos. Lorena mira la lúnula <strong>de</strong> sus uñas color d<strong>el</strong> interior<br />

<strong>de</strong> las conchas. Mica<strong>el</strong>a parece dudar —no sé que será mejor.<br />

¿Creés que vas a tardar mucho en saber si se pue<strong>de</strong>? Digamos…<br />

unos días. ¿Podés esperar aquí? La verdad, es que preferiría<br />

volver estando segura que es posible hacer algo. Mica<strong>el</strong>a duda<br />

<strong>de</strong> nuevo y luego sigue: si no es posible… Si no es posible,<br />

sinceramente no sé que haré. Lorena pren<strong>de</strong> un cigarrillo, aparta<br />

su silla y tira sus chancletas a lo lejos. Entonces, preparémonos,<br />

42

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!