IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet
IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet
IZTA, el cruce de los caminos - Jules Falquet
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
asumo. A veces me pregunto si no me he perdido d<strong>el</strong> todo… Pero<br />
bueno, hay que arriesgarse. ¡Y sobre todo, reírse un poco ! Sino,<br />
queda únicamente ir a juntarse con Venancio… Entonces: ¿dón<strong>de</strong><br />
está, la mujer con que me tengo que encontrar?<br />
Todo aconteció tan rápido que Bárbara casi no<br />
tuvo tiempo <strong>de</strong> pensar. Cuando la mujer la miró a <strong>los</strong> ojos,<br />
agra<strong>de</strong>ciéndole por <strong>el</strong> fuego, cayó <strong>de</strong> un golpe en dos pozos café<br />
oscuros, casi negros, aterciop<strong>el</strong>ados. Una mujer que mira <strong>de</strong> esta<br />
manera no pue<strong>de</strong> ser mala. Aun más que su voz, a Bárbara la<br />
cautiva su manera <strong>de</strong> hablar, preocupada por darse a enten<strong>de</strong>r a<br />
pesar d<strong>el</strong> idioma. Ah, eres francesa, dice entusiasmada. Tengo<br />
una hermana que vivió en Francia, una hermana, ¿conoces esta<br />
palabra? Antes <strong>de</strong> la <strong>de</strong>valuación. Se quedó varios años. La vas<br />
a conocer, también es feminista. Bárbara no entien<strong>de</strong> a cabalidad<br />
todo lo <strong>de</strong>más, pero le parece adivinar que la <strong>de</strong>sconocida vu<strong>el</strong>ve<br />
d<strong>el</strong> <strong>de</strong>sierto, y que le está proponiendo que venga con <strong>el</strong>la, que<br />
la invita a una fi esta… Hipnotizada por <strong>el</strong> fl ujo <strong>de</strong> palabras y <strong>el</strong><br />
tono <strong>de</strong> la voz, Bárbara asiente a todo. La mujer la agarra <strong>de</strong> la<br />
mano: yo soy Tina. Y la conduce a través <strong>de</strong> <strong>los</strong> grupos que se<br />
dispersan. Intercambia sonrisas cómplices y algunos saludos con<br />
varias mujeres a lo lejos, pero no se <strong>de</strong>tiene, lleva a Bárbara sin<br />
pararse hacia <strong>los</strong> callejones que se alejan <strong>de</strong> la plaza. De repente,<br />
bajo <strong>el</strong> halo <strong>de</strong> un viejo poste <strong>de</strong> luz, aparece un hombre, <strong>de</strong> unos<br />
veinticinco años, vestido <strong>de</strong> una gorra y <strong>de</strong> una chaqueta <strong>de</strong> cuero<br />
que lleva directamente sobre la pi<strong>el</strong> y <strong>de</strong> la cual <strong>de</strong>sborda una<br />
<strong>el</strong>ocuente v<strong>el</strong><strong>los</strong>idad, acor<strong>de</strong> con su bigote a la diabla. Tina <strong>los</strong><br />
presenta —es Toño. Y sin más formalida<strong>de</strong>s, Toño las sigue. Una<br />
duda horrible asalta la mente <strong>de</strong> Bárbara: ¿qué pasa? ¿Podría<br />
Tina ser heterosexual? Tal vez <strong>de</strong>bería mejor irme discretamente,<br />
<strong>de</strong>cirle que cambié <strong>de</strong> parecer… Pero la mano estrecha su mano<br />
con más fuerza. Bárbara tiene recuerdos <strong>de</strong>sagradables <strong>de</strong> este<br />
30