05.06.2013 Views

JÓVENES, CULTURAS URBANAS Y REDES DIGITALES

JÓVENES, CULTURAS URBANAS Y REDES DIGITALES

JÓVENES, CULTURAS URBANAS Y REDES DIGITALES

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Antes el futuro también era mucho mejor. Jóvenes editores<br />

85<br />

ahora no nos interesa entrar a esa apuesta. El libro digital es como una fantasía; por un<br />

lado, es el monstruo que nos iba a devorar hace diez años, y ya pasaron hasta 12 y no<br />

pasó nada; y a la vez, ya está presente y mucha gente lo utiliza y los servicios y demás.<br />

Está en un lugar muy indefi nido, no sólo la producción del libro sino cómo se manejan<br />

los derechos, cómo se explotan, que es algo que los hace ambiguos. La gente en México<br />

que le ha apostado es el Fondo de Cultura Económica, pero no es que les haya remunerado<br />

específi camente nada. A nivel internacional hay otras dinámicas, pero los mercados<br />

en Europa son otra cosa… las estrategias son muy distintas de las que conocemos,<br />

porque lo que no funciona de un libro es vaciarlo tal cual en Internet. No todos los libros<br />

son susceptibles de volverse libros electrónicos... Cuando hago un libro lo pienso porque<br />

lo toco, y el rojo contrasta con el verde... Digamos que así tendría que pensar uno en<br />

otro soporte, que te traiga atractivos distintos. Y eso yo no lo sé hacer.”<br />

4.4 Hacia dónde seguir mirando<br />

Iniciamos la investigación sobre los editores independientes jóvenes de la Ciudad de<br />

México suponiendo que nos encontraríamos ante un laboratorio de prácticas marcadas<br />

por la transformación tecnológica reciente, y por la búsqueda de opciones creativas a lo<br />

que se anuncia como la inminente desaparición de ese ladrillo fundamental de la civilización<br />

occidental, como llama Melot al libro. En cambio hallamos, no sin cierta sorpresa,<br />

prácticas alejadas de la revolución digital, concentradas en aportar a lo que Harold<br />

Bloom llama el canon occidental: obras de cuya originalidad procede la extrañeza que<br />

nos producen y que nunca somos capaces de superar (2009: 14).<br />

Entrenados en una lucha desigual contra la pérdida de bibliodiversidad, los JEI construyen<br />

su práctica aferrados a certidumbres resquebrajadas, como el resto de quienes vivimos<br />

en la segunda modernidad: la permanencia del libro impreso, la relevancia de la<br />

lectura, la calidad de la oferta cultural alejada de las veleidades mercantiles. Y son devotos<br />

del trabajo editorial como profesión, no como negocio, como lo afi rma André Schiffrin<br />

en Words and money (2010).<br />

Para lograr esto van a contracorriente permanentemente. Apuestan todo a su olfato, o<br />

como bien lo describe Korda en Editar la vida, a ese criterio etéreo pero no necesariamente<br />

impreciso que llama fi ngerspitzengefühl, y que podría traducirse como intuición<br />

perspicaz. Militan contra lo que Bourdieu (2005: 214) llamó la “subordinación total y<br />

cínica a la demanda y la independencia absoluta respecto al mercado y sus exigencias”.<br />

Y construyen sus proyectos pensando en lectores muy distantes de quienes Baricco<br />

(2008: 84) llamó los bárbaros, esa nueva especie que se ha vuelto dominante: “los bárbaros<br />

tienden a leer únicamente los libros cuyas instrucciones de uso se hallan en lugares<br />

que NO son libros”; los libros ya no refi eren a la gramática, la historia, “al gusto de la<br />

civilización del libro”, sino a otros ámbitos, vinculados con la espectacularidad, una idea<br />

distinta de qué es la experiencia y del tejido de la existencia (89).

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!