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JÓVENES, CULTURAS URBANAS Y REDES DIGITALES

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Jóvenes, culturas urbanas y redes digitales<br />

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época, sustituyendo y subvirtiendo otro anterior? Los medios convencionales fueron<br />

cruciales para forjar un sentido del tiempo a nivel nacional, basándose en un concepto, el<br />

de “actualidad”, que se administraba al ritmo de la sucesión periodizada de los noticieros,<br />

el top de la música popular, las radionovelas, los concursos y teleseries. Lo propio de la<br />

actualidad era su potencial para integrar en el cuadro de una temporalidad única, relativamente<br />

homogénea, el conjunto imaginario de la nación. Frente a esa noción el “tiempo<br />

real” resulta un cronotopo vertiginoso, heteróclito, fragmentario y en perpetuo movimiento.<br />

Reúne en torno de sí a un colectivo humano de límites difusos, cuyo vínculo es el<br />

presente en su sentido más estrecho, sin acotación territorial, sin historia pasada ni proyecto<br />

en común. Puro presente. La peculiar cronotopía en que se inscribe la sucesión de<br />

las tendencias desafía así nociones recibidas de historia y porvenir (como construcciones<br />

de sentido colectivo hacia atrás y hacia adelante en el tiempo). No es necesario ponerse<br />

muy escatológico (en clave postmoderna de “saqueo” o “fi n de la historia”) para<br />

percibir cambios de hondo calado en la historicidad de las nuevas generaciones. De hecho,<br />

una de las primeras nociones que esto obliga a revisar es la idea misma de “generación”.<br />

Inicialmente concebida como un relevo de cohortes demográfi cas según su edad<br />

biológica, en el contexto del estado-nación la generación se convirtió en unidad de medida<br />

de la sucesión entre cohortes escolares y laborales. ¿Será por eso que los medios de<br />

comunicación masivos han contado la sucesión de estilos y tendencias, así como el resto<br />

de la historia del siglo XX, por décadas? Hoy día las tendencias –como los trending topics<br />

del Twitter– cuentan la historia por días, por horas, por minutos. En ese vértigo, cualquier<br />

referencia a capas o estratos generacionales se hace imposible. Uno de los resultados<br />

más conclusivos de este estudio es la mezcolanza y confusión de tiempos generacionales.<br />

Mientras alguien puede ser etiquetado por el Ministerio de Cultura como “artista<br />

emergente” hasta los cincuenta años, para los jóvenes de dieciocho la treintena se representa<br />

como una impensable tierra incógnita.<br />

Paradójicamente, el trabajo de campo de F. González de Requena entre los tecnólogos<br />

más duros y experimentados de nuestra muestra (hacktivistas y desarrolladores de<br />

software de cierta edad), muestra hasta qué punto esta temporalidad acelerada y ahistórica<br />

es para ellos motivo de crítica y lamento. Ven la nueva cultura de la red, que llaman<br />

de “plug and play”, como una pérdida; el resultado de la comercialización de hallazgos<br />

y triunfos logrados trabajosamente con el desarrollo de la red durante los años<br />

ochenta y noventa. Entonces había una perspectiva temporal de largo plazo, no bastaba<br />

“usar” una tecnología asignada por otros sino que era preciso “aprender de verdad”<br />

para apropiársela. Esta historicidad escatológica (donde la historia viene de un lugar y<br />

va hacia otro) lleva, irónicamente, a un discurso de negación de la novedad (“eso no es<br />

tan nuevo”, “eso ya estaba inventado”) y a un regusto por lo retro, precisamente entre<br />

aquellos artífi ces desde la base de este nuevo régimen de temporalidad acelerada.<br />

5. ¿Transclasista? Existe una suposición naif de que la creatividad pertenece al individuo.<br />

Por tanto, la capacidad de posicionar sus expresiones, marcando tendencia, cruzaría<br />

transversalmente las distinciones de clase, residencia, género y capital escolar. Nuestros

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