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JÓVENES, CULTURAS URBANAS Y REDES DIGITALES

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Introducción. De la cultura postindustrial a las estrategias de los jóvenes<br />

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accidentarse en sus funciones dentro del museo, el Instituto Nacional de Bellas Artes no<br />

se hacía responsable. Algo semejante ocurre en los trabajos complementarios, aun dentro<br />

de instituciones públicas: becas que no incluyen servicios médicos, contratación como<br />

profesores por un semestre sin benefi cios sociales ni garantía de continuidad.<br />

Este sentido transitorio de los emprendimientos conspira contra el rendimiento en las<br />

prácticas culturales que requieren inversiones cuantiosas y cuya capacidad de recuperación<br />

económica es lenta. Los patrones laborales y comerciales de la industria editorial,<br />

donde la producción lleva meses y su sentido se nutre, en parte, de un catálogo<br />

formado durante años, entran en conflicto con la intermitencia de los trabajos y las<br />

coacciones del mercado que propician la obsolescencia y la renovación incesante.<br />

Una zona particularmente sensible a la aceleración y la incertidumbre es el tránsito de las<br />

ediciones en papel a los circuitos virtuales. Por un lado, la bibliografía internacional y las<br />

declaraciones de editores mexicanos y extranjeros hablan de la posible sustitución de<br />

los libros por la circulación digital: vemos una preocupación creciente por adecuar las<br />

editoriales y librerías para subsistir en un tiempo de producción y transmisión en red de<br />

los contenidos. Por otro, los editores independientes entrevistados se aferran a proyectos<br />

en papel, se oponen al catastrofi smo como parte de su resistencia a la “tiranía del<br />

mercado”, defi enden la producción de libros “concebidos para leer, para perdurar”; están<br />

más interesados en formar lectores que en satisfacer a consumidores de best sellers.<br />

A diferencia de la rápida acomodación a los estilos digitales en la producción y difusión<br />

de música, las editoriales independientes se conciben como renovadoras de la literatura<br />

en papel. Encontramos en varios casos algo más radical que la insistencia en el modelo<br />

industrial clásico: la valoración de los aspectos artesanales de la producción (la calidad<br />

del papel y el diseño, las innovaciones tipográfi cas) y el sentido cualitativo de la comunicación<br />

interpersonal y la lectura estéticamente justifi cada.<br />

Desde hace cuatro años uno de los centros dedicados al arte joven en la Ciudad de México,<br />

el Museo Carrillo Gil, abre en el mes de diciembre un espacio de exhibición, promoción y<br />

análisis para las editoriales independientes. En 2011 el Foro albergó a más de sesenta<br />

editores de varios países que ocuparon un piso entero del museo. Desde que uno entraba<br />

llamaba la atención el ambiente festivo, la mezcla de revistas, fanzines, objetos visuales o<br />

publicaciones referidas al cine, el video y por supuesto libros: en muchos de ellos hay signos<br />

artesanales, como el visible cosido a mano, portadas con marcas singularizadas, libros<br />

de artista junto a ediciones de aspecto convencional pero que indican deseos de revitalizar<br />

el objeto editorial a partir de sus atributos clásicos. “El libro ha muerto, larga vida al<br />

libro” fue la consigna que tituló el emprendimiento de este año.<br />

Junto a la vocación transdisciplinaria asumida con fl uidez y riesgo, la aventura de combinar<br />

bajo un mismo sello a autores de países muy diversos, nuevas propuestas literarias y<br />

textos de fi guras conocidas o aún sin traducción al español. Unos pocos, como Crunch!

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