JÓVENES, CULTURAS URBANAS Y REDES DIGITALES
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Antes el futuro también era mucho mejor. Jóvenes editores<br />
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Hay varias oleadas que han ido modelando la emprendeduría independiente. Una añeja<br />
tiene que ver con una trayectoria de este sector a desarrollar proyectos propias, desde<br />
grupos de rock hasta despachos de arquitectos, lo que se ha visto fortalecido por una<br />
cada vez mayor facilidad para la producción individual. Una segunda oleada seguramente<br />
tiene que ver con la incapacidad del modelo neoliberal establecido en México desde<br />
el gobierno de De la Madrid (1982-1988) a la fecha y continuado por los gobiernos panistas<br />
para generar empleos sufi cientes que le sigan el paso al crecimiento demográfi co<br />
y aprovechen el bono demográfi co. Ante esto, y los permanentes recortes del papel de<br />
Estado, principal sostén de muchas de las actividades creativas, la opción ha sido el<br />
autoempleo y la búsqueda de posibilidades en diversos ámbitos. Habría que revisar si<br />
con la apertura del TLC el impacto en las formas de empleo y la promoción de un modelo<br />
de emprendedor más a la manera norteamericana infl uyó sobre este sector.<br />
Llama la atención que, salvo los apoyos conseguidos a través del Programa Edmundo<br />
Valadés o mediante el programa de coinversiones, ambos de Conaculta, nadie mencionó<br />
la posibilidad de acercarse a un banco o buscar algún esquema fi nanciero específi co. Las<br />
empresas, los proyectos, se llevan adelante con mucho trabajo propio y en equipo, poco<br />
o mal pagado, cuando lo es, con recursos obtenidos de fi estas, de apoyos de algún mecenas<br />
caído del cielo, de empleos diversos de tiempo parcial pero en ningún momento se<br />
habló, se mencionó, ni parece habérseles pasado por la cabeza conseguir dinero fresco<br />
pagando intereses. Por supuesto que las altísimas tasas de interés que cobran los intermediarios<br />
fi nancieros mexicanos, la inestabilidad congénita del modelo de desarrollo, en<br />
particular de las fi nanzas personales más que las cacareadas estabilidades macroeconómicas,<br />
serían sufi cientes para explicar la aversión a este tipo de instrumentos. Sin embargo,<br />
la ausencia de posibilidades al alcance de la mano impiden evaluar otras opciones.<br />
Un aspecto que nos llamó la atención durante nuestro trabajo fue el hecho de que los<br />
independientes desarrollan un modelo de producción que no sólo compite sino que establece<br />
lazos de colaboración, creatividad y redes de relaciones como modelo de producción<br />
característico, y que perfi lan la manera de organizar negocios a futuro. Aplicación<br />
comercial de la creatividad, la llaman. Son, a su manera de ver, una mezcla<br />
contradictoria: marcadamente individualistas en sus valores pero muy colaboradores<br />
en sus prácticas de trabajo.<br />
Las industrias culturales son el hogar de frecuentes cambios de trabajo, en donde se<br />
arman y desarman sociedades, amistades, proyectos, y en ese proceso las ideas y las<br />
habilidades circulan. Donde predominan los proyectos basados en equipos que se arman<br />
y desarman, la gente tiene que aprender rápidamente a confi ar en los demás. Leadbeater<br />
y Oakley (1999: 25) lo defi nen como “colaboración para la competencia”; una<br />
ámbito donde se mezclan, de manera particular, dos afi rmaciones aparentemente incompatibles,<br />
la de campo de Bourdieu, en tanto espacio de lucha, de enfrentamiento<br />
por ir ganando posiciones de manera constante, y el de mundos de Becker como ámbitos<br />
de cooperación.