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El Espíritu Santo - OpenDrive

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108 <strong>El</strong> Espíritu <strong>Santo</strong><br />

Espíritu <strong>Santo</strong> y la Santificación.' <strong>El</strong> Espíritu eterno de<br />

Dios es la fuente de santificación. A fin de aclarar esto<br />

en forma total, sin embargo, es necesario, ante todo,<br />

analizar dos soluciones que a menudo se han dado a este<br />

problema del pecado; ambas no son bíblicas y por consiguiente<br />

erróneas. Una consiste en lo siguiente: luche<br />

contra el pecado lo más que pueda. Y la otra es diametralmente<br />

opuesta: No luche contra el pecado, Si descubrimos<br />

el error de estas dos soluciones, entenderemos en<br />

forma más precisa cuál es la única solución genuina: la<br />

respuesta bíblica.<br />

La primera respuesta nos manda confiar en nuestra<br />

propia fortaleza. Pone la santificación sobre nuestros hombros.<br />

Se nos dice que controlemos nuestros deseos pecaminosos<br />

por medio de la razón. Se subrayan las ventajas<br />

de la virtud y las promesas del evangelio. Se muestra lo<br />

razonables que son nuestras obligaciones para con Dios.<br />

Se mencionan las consecuencias del pecado tanto para el<br />

cuerpo como para el alma, aquí y en la eternidad. Si se<br />

sabe lo que es bueno y santo, se añade: sea Señor de su<br />

propia vida. Domine todas las tendencias malas, ejercítese<br />

en la disciplina, en la voluntad, en los buenos propósitos,<br />

y en el dominio propio que está en uno mismo. Siga el<br />

ejemplo de un hombre como Benjamín Franklin, quien<br />

menciona en su autobiografía cómo se mejoró a sí mismo,<br />

efectuando una comprobación diaria de todos sus malos<br />

hábitos. Si conocemos lo que es justo, y utilizamos nuestra<br />

razón y voluntad, podemos vencer el pecado con nuestra<br />

propia fuerza.<br />

La segunda respuesta que se ha propuesto es diametralmente<br />

opuesta a la anterior, y es igualmente errónea.<br />

Si el error de la primera solución fue afirmar que debemos<br />

luchar contra el pecado con nuestra propia fuerza, el error

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