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166 <strong>El</strong> ESpíritu <strong>Santo</strong><br />
hacer la mejor decisión, si bien a veces no estamos conscientes<br />
de que sea la mejor.<br />
Esto no significa que en estos asuntos Dios nos dirigirá<br />
de tal forma que nos indique, por medio de una señal<br />
indiscutible en situaciones providenciales, lo que es nuestro<br />
deber. En absoluto. Lo que quiere decir es que influirá<br />
en todas las circunstancias que rodean nuestra vida de<br />
manera que lleguemos a decisiones sabias. <strong>El</strong> ministro, por<br />
ejemplo, nunca podrá decir con seguridad absoluta que<br />
sabe que Dios le indicó que permaneciera en el cargo<br />
actual, en lugar de ir a otra ciudad. No es infalible. Es<br />
humano, pecador, y está sujeto a error. No tiene revelaciones<br />
especiales ni indicios providenciales que le digan,<br />
más allá de toda duda, que acertó en la decisión tomada.<br />
Pero puede sentirse razonablemente seguro de que, si no<br />
vive en pecado, si utilizó todas las facultades para llegar<br />
a una decisión correcta, y si tanto él como la congregación<br />
pidieron sinceramente dirección, que el Espíritu <strong>Santo</strong> lo<br />
dirigió para llegar a una decisión sabia.<br />
Así pues, no hay una forma fácil e infalible de descubrir<br />
la voluntad de Dios para nuestras vidas. No hay respuestas<br />
claras. Pero consuela saber que si se siguen estas tres<br />
reglas - si se lee cuidadosamente la Guía del Espíritu, se<br />
ora y se usan al máximo todas las facultades - se descubrirá<br />
que Dios dirige todos los problemas de la vida. <strong>El</strong><br />
Espíritu nos guiará con su Palabra e iluminación para que<br />
sepamos cómo escoger entre el bien y el mal; y si bien en<br />
la elección entre dos bienes no habrá ninguna señal que<br />
nos diga qué deberíamos hacer, podemos implorar a Dios<br />
que dirija nuestra vida de tal forma que lleguemos a la<br />
decisión más provechosa tanto para su reino como para<br />
nosotros. Y Dios nos guiará en esta forma.<br />
Agradezcamos, pues, al Padre su dirección providencial