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66 <strong>El</strong> Espíritu <strong>Santo</strong><br />
atribuye a autores ingenuos que vivieron mucho después<br />
y que, por tanto, no conocían muy bien los hechos. La<br />
expiación por sustitución la encuentra ridícula. La predestinación<br />
es evidentemente incompatible con la responsabilidad<br />
humana. Que un Dios omnipotente y al mismo<br />
tiempo santo predetermine el pecado lo considera absurdo.<br />
En consecuencia, considerándose sabio, llega a ser necio<br />
(Ro. I.22), considera las cosas del Espíritu de Dios locura<br />
(1 Ca. 2.14). Pablo vuela afirmar en forma enfática esta<br />
misma enseñanza cuando dice, 'no las puede entender.'<br />
Le es imposible conocerlas. La razón es, prosigue Pablo,<br />
que las cosas de Dios se juzgan espiritualmente, es decir,<br />
sólo una persona que posee el Espíritu de Dios las puede<br />
entender. Y como el hombre natural no posee al Espíritu<br />
<strong>Santo</strong>, no las puede entender.<br />
Si bien la Biblia nos dice que el hombre natural está<br />
completamente ciego, no se debe presumir que el regene-·<br />
rada tenga una visión perfecta. <strong>El</strong> Salmista dice 'Abre<br />
mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley' (Sal. 119.18).<br />
En el Antiguo Testamento hay cosas maravillosas. Son<br />
muy claras para cualquiera que pueda ver. Ahí están ante<br />
el Salmista. No pide algo más que la ley. Pero no puede<br />
ver lo que está ante él. Por ello pide que Dios abra sus<br />
ojos espirituales a fin de que pueda ver estas 'maravillas.'<br />
En una palabra, David era parcialmente ciego, a pesar de<br />
estar regenerado.<br />
<strong>El</strong> Nuevo Testamento también implica la ceguera parcial<br />
del cristiano. Lucas, al relatar los acontecimientos que<br />
precedieron a la ascensión, dice que cuando Jesús comunicó<br />
a sus discípulos profecías del Antiguo Testamento,<br />
'les abrió el entendimiento para que comprendiesen las<br />
Escrituras' (Lucas 24.45). En otras palabras, antes de que<br />
Jesús abriera su mente, no podían entender las Escrituras,