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32 <strong>El</strong> Espíritu <strong>Santo</strong><br />
el sentido básico, ni a Dios ni la verdad. Aunque parece<br />
entender muchas cosas, no entiende nada verdaderamente,<br />
porque no relaciona nada con el Dios de la Biblia. Debería<br />
poder conocer a Dios a través de la observación del poder<br />
y sabiduría de Dios en la naturaleza, pero Romanos 1.18<br />
nos dice que el hombre natural oculta esta verdad, la<br />
obstruye, la oprime en injusticia. 1 Corintiosz.ra, 15 nos<br />
dice que'el hombre natural no percibe las cosas que son del<br />
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede<br />
entender; porque se han de discernir espiritualmente.'<br />
<strong>El</strong> hombre natural no sólo no conoce las cosas de Dios,<br />
sino que odia a Dios y se ha colocado en una situación<br />
moral tal, debido a su desobediencia voluntaria, que ya<br />
no puede hacer ni una sola cosa espiritualmente buena a<br />
los ojos de Dios. Esto puede parecer difícil de creer, y<br />
puede donar a lenguaje duro. Sin embargo, si creemos que<br />
la Biblia es la Palabra infalible de Dios, debemos admitir<br />
que así son las cosas.<br />
La Biblia nos dice que los pensamientos del corazón del<br />
hombre son siempre malos, ya desde la juventud (Jn. 6.5;<br />
8.21). Jeremías (17.9) dice que 'engañoso es el corazón<br />
más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?'<br />
Pablo dice en tono inconfundible: 'No hay justo, ni aun<br />
uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.<br />
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay<br />
quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro<br />
abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de<br />
áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de<br />
maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para<br />
derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos;<br />
y no conocieron camino de paz. No hay temor de<br />
Dios delante de sus ojos' (Ro. 3.10-18). En otro pasaje<br />
agrega: 'Por cuanto la mente carnal es enemistad contra