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<strong>El</strong> Espíritu <strong>Santo</strong> y la Revelación<br />
tos: a Adán, Eva, Caín, Noé, Abraham, jacob, José,<br />
Moisés, Samuel, y otros. HablÓ con voz deÍ cielo. Se<br />
apareció en sueños y en visiones. Habló por medio de los<br />
Urim y Tumim. Se comunicó directamente con los profetas.<br />
Así pues, desde el Paraíso hasta Patmos, Dios se<br />
presentó en formas especiales y directas, y se reveló a los<br />
hombres aparte de la Biblia.<br />
Algunas de estas revelaciones son de suma importancia<br />
para nosotros. Por ejemplo; el mandamiento cultural a<br />
Adán, 'fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla,<br />
y señoread sobre ella' (Gn. 1.28) tiene implicaciones<br />
de largo alcance para nosotros. O pensemos en la gran<br />
voz de la primera profecía acerca de la salvación venidera,<br />
cuando Dios habló a la serpiente en presencia de Adán<br />
y Eva, diciendo: 'Pondré enemistad entre ti y la mujer,<br />
y entre tu simiente y -la simiente suya; ésta te herirá en<br />
la cabeza y tú le herirás en el calcañar' (Gn. 3.15). O<br />
sopesemos el significado del pacto monumental hecho con<br />
Abraham, cuando Dios dijo que sería Dios para él y para<br />
su descendencia después de él. Estas y otras revelaciones<br />
son asuntos de suma importancia para el cristiano. Suministran<br />
conocimiento glorioso y veraz en cuanto a los<br />
planes de Dios para la eternidad y en cuanto a sus<br />
mandamientos para nosotros en campos tan importantes<br />
como la salvación y la cultura. Esto es lo que los hombres<br />
de todos los tiempos han buscado: certeza en<br />
relación al futuro, y certeza en cuanto a sus deberes<br />
actuales.<br />
En lo que a nosotros respecta, sin embargo, hay una<br />
limitación básica en todas estas revelaciones especiales.<br />
Dios habló. Nadie podría dudarlo. Pero una vez entrado<br />
el pecado, ¿podría el hombre recordar exactamente lo que<br />
Dios dijo en esas ocasiones?