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<strong>El</strong> Espíritu <strong>Santo</strong> y la Iglesia 201<br />
cristo no deben, sin necesidad y sin buena justificación,<br />
dividir la iglesia visible en denominaciones separadas. Al<br />
contrario, las denominaciones deben esforzarse por unirse,<br />
en tanto en cuanto el evangelio de Jesucristo no se vea<br />
comprometido. La unidad básica, espiritual y subyacente<br />
debe manifestarse en la iglesia visible. Deberíamos estar<br />
'solícitos en guardar la unidad del Espíritu' (Ef. 4.3) Y<br />
ser uno, como Cristo y el Padre son uno (]n. 17.II).<br />
III. <strong>El</strong> Espíritu <strong>Santo</strong> pertrecha a la Iglesia<br />
Si bien el Espíritu establece la unidad en la iglesia, este<br />
hecho no significa que haya uniformidad. Puede haber<br />
diversidad en la unidad, como ocurre en una orquesta,<br />
compuesta de violines, cuernos franceses, clarinetes, oboes<br />
y timbales, pero que forma un todo compuesto. 'Ahora<br />
bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el<br />
mismo' (1 Ca. 12.4). Hay miembros diferentes, pero un<br />
solo cuerpo.<br />
En lugar de eliminar las características distintivas de<br />
cada miembro, el Espíritu <strong>Santo</strong> las establece. Esto está<br />
de acuerdo con el conjunto de su obra. Al crear a los<br />
hombres, no los hace a todos iguales, como automóviles<br />
que salen de la línea de ensamblaje, sino que dota a las<br />
personas de dones variados, tanto físicos como mentales.<br />
En el Antiguo Testamento, también se ve que dio a<br />
algunos hombres dones especiales y diversos. A algunos<br />
les dio habilidades artísticas, a otros capacidad de gobernar,<br />
y a otros el don de discernimiento. Otros recibieron<br />
sabiduría militar, valor o fortaleza física. Incluso<br />
en el cielo no habrá la monotonía de la uniformidad, sino<br />
la riqueza de la variedad.<br />
De manera semejante, cuando el Espíritu <strong>Santo</strong> vino<br />
en Pentecostés a la iglesia del Nuevo Testamento, dio