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<strong>El</strong> Espíritu <strong>Santo</strong> y la Gracia Común 37<br />
miedo a las consecuencias. O puede reprimir intenciones<br />
malas provocando una inundación que acabe con todos o<br />
algunos de los habitantes, como en tiempos de Noé. Pero<br />
también, y este es el punto que nos interesa ahora, Dios<br />
frena el mal con la acción directa del Espíritu <strong>Santo</strong> en<br />
el alma de las personas, no en una forma salvadora, pero<br />
si de tal manera que esas personas se ven frenadas en su<br />
desobediencia a Dios.<br />
Saúl, por ejemplo, probablemente no era salvo, y con<br />
todo, el Espíritu de Jehová estaba en su vida, haciéndolo<br />
obrar bien. Pero después de un período de desobediencia,<br />
'el Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba<br />
un espíritu malo de parte de Jehová' (1 S. 16.14)'<br />
Isaías se lamentaba de la maldad de Israel. Escribe que<br />
'fueron rebeldes,hicieron enojar su santo Espíritu; por lo<br />
cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos'<br />
(Is. 63.10). En otras palabras, el Espíritu <strong>Santo</strong> estaba en<br />
la vida de muchos israelitas en una forma no salvadora,<br />
frenando el pecado en su vida, si bien más tarde, debido<br />
a su maldad, el Espíritu tuvo que retirarse de ellos e<br />
incluso luchar contra ellos.<br />
Esteban habló en una forma semejante cuando recordó<br />
a los judíos sus actos rebeldes desde los tiempos de<br />
Abraham hasta la crucifixión de Cristo. Luego los censuró<br />
duramente: '¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón<br />
y de oídos! vosotros resistís siempre al Espíritu <strong>Santo</strong>'<br />
(Hch. 7.51). Decir que resistieron al Espíritu implica que<br />
el Espíritu había actuado en su corazón de alguna manera,<br />
si bien no estaban regenerados. Y desde luego la carta a<br />
los Hebreos menciona la acción del Espíritu <strong>Santo</strong> en la<br />
vida de los no cristianos hasta el punto que 'fueron iluminados<br />
y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes<br />
del Espíritu <strong>Santo</strong>' (He. 6.4). Sin embargo, después