DesafÃos desde la seguridad alimentaria - Oxfam Blogs
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Desafíos <strong>desde</strong> <strong>la</strong> <strong>seguridad</strong> <strong>alimentaria</strong> y nutricional en Nicaragua<br />
2012<br />
está asociada a <strong>la</strong> obesidad y al aumento de <strong>la</strong> diabetes”,<br />
expresaron los investigadores.<br />
La ma<strong>la</strong> nutrición influye determinantemente en que no<br />
haya un buen desarrollo infantil por falta de nutrientes,<br />
y esto afecta <strong>la</strong> capacidad de estudio, <strong>la</strong> que disminuye.<br />
Es frecuente que los niños presenten anemia y<br />
trastornos químicos en el organismo. Pero uno de los<br />
problemas más usuales, es que se vuelven obesos o<br />
con sobrepeso y pierden <strong>la</strong> autoestima. Según Siu<br />
(2011), el sobrepeso y <strong>la</strong> obesidad en menores de cinco<br />
años en Nicaragua, afecta al 7% de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción infantil.<br />
Este es el tercer lugar a nivel regional, solo superado por<br />
Panamá con 11% y por Costa Rica con 9%. El problema<br />
epidemiológico asociado, es que <strong>la</strong> obesidad y <strong>la</strong> ma<strong>la</strong><br />
nutrición contribuyen al aumento de enfermedades<br />
crónicas en <strong>la</strong> edad adulta, como diabetes, hipertensión<br />
arterial, alteración en los lípidos (colesterol, triglicéridos)<br />
y cardiopatías. El consumo generalizado de gaseosas<br />
o de cualquier bebida carbonatada o con cafeína,<br />
disminuye o retarda <strong>la</strong> absorción de calcio, <strong>la</strong> cual es<br />
importante para los huesos; produce irritación en el<br />
estómago y en los intestinos, o gastritis. Las gaseosas<br />
producen estreñimiento y aumentan los gastos médicos<br />
por ma<strong>la</strong> salud.<br />
Otro factor asociado a <strong>la</strong> ma<strong>la</strong> nutrición prevaleciente<br />
está ligado a <strong>la</strong> amplia informalización del empleo en<br />
Nicaragua, que se orienta significativamente hacia <strong>la</strong><br />
provisión de servicios de comida “chatarra”, puestos<br />
improvisados de comida callejera, venta de bebidas<br />
gaseosas y de agua en bolsa. Una secue<strong>la</strong> peligrosa de<br />
estas actividades es <strong>la</strong> propagación de enfermedades<br />
transmisibles por alimentos (ETA). Según datos de<br />
FAO/INCAP (1990), en Managua existían a <strong>la</strong> fecha<br />
del estudio, más de 10,000 vendedores callejeros de<br />
alimentos, de los cuales dos tercios eran mujeres.<br />
Lo racionalidad productiva (lo que se<br />
produce) vs. racionalidad <strong>alimentaria</strong><br />
(valor de lo que se consume)<br />
Un aspecto muy poco tratado y que nos interesa abordar<br />
es <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción de los bajos niveles de renta y los bajos<br />
niveles de nutrición. Nos interesaría mucho conocer si<br />
<strong>la</strong> condición de pobreza en el campo, que ya hemos<br />
explicado, tiene mucho que ver con lo que se come.<br />
En cualquier caso, es importante seña<strong>la</strong>r que cualquier<br />
intervención que tenga por objeto combatir el hambre,<br />
siempre será una transferencia de recursos (formación,<br />
salud, tecnología) que tendrá como finalidad mejorar<br />
<strong>la</strong>s condiciones de vida por medio de una mejora del<br />
ingreso de <strong>la</strong>s familias en el campo, ya que estaríamos<br />
descartando cualquier transferencia de carácter altruista.<br />
Para ello, se haría necesario medir el grado de respuesta<br />
que, en <strong>la</strong> alimentación, podrían tener los pobres<br />
ante una disminución o aumento de sus ingresos,<br />
es decir, medir el grado de e<strong>la</strong>sticidad de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />
ingreso/nutrición, <strong>desde</strong> <strong>la</strong> perspectiva de <strong>la</strong> calidad<br />
y del aporte biológico para cubrir <strong>la</strong>s necesidades del<br />
trabajo del campo. Se esperaría que el aumento en el<br />
ingreso individual por una mejora, en los habitantes que<br />
padecen pobreza extrema, signifique un aumento más<br />
que proporcional en su nivel de alimentación, ya que<br />
pobreza y desnutrición son dos caras de una misma<br />
moneda.<br />
En opinión de algunos autores como Ray (1998), se<br />
esperaría un alto grado de corre<strong>la</strong>ción de estas variables,<br />
es decir, un nivel más que proporcional en el consumo<br />
de alimentos ante un incremento del 1% en el ingreso.<br />
La cuestión es, hasta qué punto una mejora del ingreso<br />
se traduce en una mejor alimentación en los pobres en<br />
Nicaragua, y, por ende, en un mejor desempeño del<br />
trabajo.<br />
Uno de los pocos estudios aplicados en Nicaragua<br />
durante los años 77-78 por Beberman & Wolfe (1977),<br />
mediante <strong>la</strong> renta de los hogares en el campo, obtuvo<br />
como resultado coeficientes de e<strong>la</strong>sticidad (0.06), siendo<br />
este uno de los más bajos encontrados con respecto a<br />
otras partes del mundo, por lo que se podría suponer que<br />
los nicaragüenses en el campo no ajustamos los niveles<br />
de alimentación ante un incremento o disminución de<br />
los ingresos percibidos. Todo parece indicar que en el<br />
campo nicaragüense <strong>la</strong>s fluctuaciones de <strong>la</strong> renta no<br />
significan una mejora o desmejora en <strong>la</strong> calidad y en<br />
<strong>la</strong> cantidad de <strong>la</strong>s proteínas y de <strong>la</strong>s calorías ingeridas.<br />
De constatarse estos comportamientos, cobran<br />
importancia <strong>la</strong>s campañas de comunicación masivas,<br />
así como el papel del sistema de educación nacional,<br />
ya que el currículo rural es por excelencia el mejor<br />
vehículo para modificar los patrones culturales de<br />
consumo, sin embargo, se debería profundizar mucho<br />
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