Untitled - Grumo
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de la fiesta 26 y el exceso, que había comenzado con la llegada de los 50 novil-<br />
los al matadero, alcanzado su apogeo tras la muerte del toro y amenazando<br />
con extenderse en la caza del unitario; la del juez, que detiene esa segunda<br />
cacería, y la del joven unitario apoyada por el narrador, que resiste frente al<br />
intento de dominación. La lógica de la fiesta es de la misma naturaleza que<br />
la lógica que se impone en "La refalosa", y consiste en colocar el castigo más<br />
allá de toda posibilidad de justificación. Se trata del ejercicio del mal radical.<br />
La imposición de la lógica del juez 27 , que sustrae la violencia a los habitantes<br />
del matadero y la monopoliza en nombre de un Estado 28 , no significa una<br />
disminución del castigo previsto para el unitario, se trata más bien de la con-<br />
sagración de una forma, de una serie procedimientos que es necesario<br />
cumplimentar y que en su instrumentación constituyen un tipo de sujeto: un<br />
prisionero sobre el que se deben aplicar las regulaciones vigentes a fin de<br />
lograr su conversión y/o muerte (sospechamos que la "y" es más adecuada<br />
que la "o"). La ideología del rosismo adquiere su materialidad en la voz del<br />
juez y es esa voz la que convierte al joven individuo en sujeto, en este caso en<br />
un unitario, un integrante de la facción opositora a los federales. Enunciado<br />
de otro modo, deberíamos decir que el enemigo sólo puede ofrecer una<br />
forma de resistencia en la medida en que es constituido por el Estado. "La<br />
sujeción, afirma Judith Butler, es el proceso de devenir subordinado al poder,<br />
así como el proceso de devenir sujeto". 29 De este modo, aparece la doble faz<br />
del sujeto: sujetado de pies y manos pero también soberano, en pleno uso de<br />
su potencia.<br />
Michel Foucault siempre se negó a hablar de poder en forma aislada, prefer-<br />
ía la expresión relaciones de poder, pues la palabra poder a secas suponía una<br />
D o s s i e r<br />
unidireccionalidad que no compartía. Las relaciones de poder, sostenía, son<br />
móviles, reversibles e inestables. En este sentido, ha señalado "incluso cuan-<br />
do la relación de poder está completamente desequilibrada, cuando real-<br />
mente se puede decir que uno tiene todo el poder sobre el otro, el poder no<br />
puede ejercerse sobre el otro más que en la medida en que le queda a este últi-<br />
mo la posibilidad de matarse, de saltar por la ventana o de matar al otro" 30 .<br />
¿Cuál es la forma entonces que puede adoptar esa potencia sobre una mesa<br />
de torturas?, ¿qué forma adoptará aquí? En ningún momento, a excepción<br />
del final en el que deciden vendarle la boca, el joven unitario deja de replicar<br />
las preguntas o comentarios del juez. El unitario no cesa de "darse vuelta" y<br />
mirar a aquel que lo interpela. En ese giro, que lo esta constituyendo, debe-<br />
mos leer la disputa de la discursividad que lo había conminado. Se trata de<br />
arrebatar las palabras del otro para definirse y definir. Sobre esa mesa de tor-<br />
tura se está llevando a cabo un duelo performativo, desigual por cierto, pero<br />
existente. Convocado en su condición de antagonista, el unitario no esta dis-<br />
puesto a gritar ¡Viva la Federación!<br />
Si Ascasubi trabaja sobre la sustracción, Echeverría lo hace sobre la adición.<br />
Los federales suman palabra sobre palabra para torcer la voluntad del uni-<br />
tario. Pero el unitario dice: sayones, esclavos, violentos, canallas; y se dice:<br />
hombre libre, bravo, insolente, valiente. ¿Por qué no calla? ¿por qué no se<br />
refugia en el silencio y trata de evitar una muerte segura? Porque no decir es<br />
abandonar la lengua y ello significaría ceder a la animalización que lo azotará<br />
con la aplicación de la tortura. Detrás de esa frontera, representada por el<br />
cubil donde el joven es juzgado, se halla el mundo glosolálico que habita el<br />
protagonista de "La refalosa". Fundado en un acto performativo: "yo te