Untitled - Grumo
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grumo / número 01 / marzo 2003<br />
Nestor Perlongher: el triunfo del ventear<br />
fluido vibrátil: ingravidez de la materia o la engañosa dura piedra luciferino,<br />
piedra flamígera, en su propio claroscuro en la negatividad de la perspectiva<br />
barroca en el "trompe l´oeil" o de la flora obscura y sombría que se intuye en<br />
el travertino. Pero también es un ojo angustiado que mira y sólo ve mirar las<br />
cosas que miran a los otros ojos que miran, la reflexión reflejada o irreflexi-<br />
vo. Digamos que la función escópica en Perlongher es determinante, una ver-<br />
dadera escopofilia continuante renegada por las aurículas de la oreja que oye<br />
el caer de las vertientes como verdaderas cascadas del significante, el ojo que<br />
vectoriza y sectoriza los meandros del significante por alusión y por elisión,<br />
una verdadera orgía de las miradas sesgada por tropismos de succiones y<br />
exhalaciones, otro ritual de las murmuraciones. Orgasmos y angustia son los<br />
correlatos de la función fálica, el fondo consistente pero algodonoso de la<br />
proliferación. Perlongher muestra la castración real en la multiplicación<br />
imaginaria de su retórica: el delirio de una evaporación fantasmática de la<br />
realidad. Ej.: "porque la aspiración retorcía las lenguas en un giro": el giro<br />
cobra adherencias de serpentinas, de rollo, de bucle, de espiral, y en la jerga<br />
barrial de Perlongher, de rosca o de firulete. El mal gusto invertido como feli-<br />
cidad de los significantes: una nueva moral bochornosa. 2<br />
Los magmas del flato melancólico de las flatulencias, los gases del estado<br />
vaporoso de la experiencia del verso humedecido para resistir y vencer a la<br />
materia sólida: la columna, la estalactita, lo marmóreo, lo ebúrneo, lo rígido,<br />
lo tieso y lo duro y sus estados postrímeros, lo tenso, la tirantez y en último<br />
término, la yacencia.<br />
La función del resorte es tensar la cuerda hasta lo infinito, una catarata de tér-<br />
minos símiles y disímiles sólo atraídos por la constelación de los sonidos.<br />
Pongamos por caso: esmeril, esmeralda, esmerada. O líos, lioneras, telgo-<br />
pores, o la secuencia de un morfema velar líquido l-a, l-e, l-i, l-o. O por el<br />
sentido cultural como la destrucción del verso borgiano: Panteón, Corinto,<br />
Edipo, Esfinge, hasta la dislocación esquizofrénica: "o si le cerraban con el<br />
dedo le hastiaban la espinilla hasta hacer del fastidio del sopor la espesura de<br />
un anca..." Enigma de una esquizografía poética, el teatro de una escritura<br />
díscola, una verdadera anatomía de la escritura donde las pulsiones más agre-<br />
s i vas rechinan en el agridulce y húmedo lamentar de los bucólicos pastore s . 3<br />
Dice el poema: "El bólido de la tardezuela criminosa, profusa en borlas de cal<br />
viva, desciende de las alamedas en pedazos donde se trueca el esplendor del<br />
óleo en el muslo por la rebaba de ese aceite". Y así sigue. Un bucolismo de<br />
las esferas psíquicas: una palabra de perfume que cubrirá un significado mal-<br />
oliente, como el perfume barato de los bailes de barrio, donde se exhala el<br />
olor pringoso del sudor de los sobacos bailarines. Dice: "si este pasito el man-<br />
otazo acecha" para traspapelar —versión barrial del plegado barroco— para<br />
señalar la fisura de la fístula. Una moción de ahuecamiento, de horadamien-<br />
to. Los "alambres" se permutan en lamidos del lame lezamesco con reminis-<br />
cencias rubendarianas hasta las etéreas aguas de "Aguas aéreas": un verdadero<br />
delirio de la licuefacción para antagonizar y politizar la secreta convocación<br />
de la vetustez de la piedra, lo yacente de la yacencia de las estatuas tombales<br />
de la lujuria barroca española. La forma fúnebre da origen a un quejido las-<br />
timero fundado en un narcisismo originario como pérdida de sí, perdida de<br />
pérdida de sí en la escritura. El sujeto comienza a perderse en la fluencia<br />
transparente de lo in -formado, entre una fuerza plástica y una fuerza elásti-<br />
ca que se tensan sin definir la variación de la verdad del velocísimo sujeto. El<br />
sujeto se infinitiza en la perspectiva anamorfótica y el trabajo poético es atraí-<br />
do por un centro desorbitado, un centro descentrado, huidizo, pura superfi-<br />
cie de la superficie sin hondonadas ni profundidades: un sujeto frívolo, velei-<br />
doso y sensual. El cuerpo cavernoso del barroco clásico queda aquí aplasta-<br />
do, diluido, no hay grutas, no hay pozos, no hay cavernas, sólo la reminis-<br />
cencia de un "hueco" o una tierra baldía de los potreros barriales: pura exten-<br />
uación de los significantes barrocos. Un verdadero riesgo para la poesía, su<br />
propia exterminación. Si en Aristóteles el trabajo de la "katarsis" era una pur-<br />
gación de los sentidos, aquí no es más que una purgación como evacuación<br />
de fluidos y sedimentos, la excreción de los filamentos, hilachas del lenguaje<br />
en una pura quiebra de pérdida seminal.<br />
Es interesante pero riesgoso establecer una relación de ciertas formas de<br />
D o s s i e r<br />
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