Untitled - Grumo
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Nestor Perlongher - Fuga de la pantera acuática<br />
1 .<br />
LA QUE TRAS AG OTAR LOS CAIRELITOS<br />
que maquillan o fingen el lumínico hueco<br />
con tapices de strass, se trepa a los postigos del caballo y<br />
unce, con la estopa de su cola, la piel trastabillada de una<br />
fuga, o tro p i eza, al erguirse, al elevarse, con la voz de unas<br />
fugas, o unas lajas, dispuestas al traspié, o unas columnas<br />
h e rculanas, pero<br />
BAJO LAS FAJAS Y LOS BRETELES y los botones de coral, el limo limaba<br />
las coyundas, los rodetes, y en el desmelenarse, el estampi-do, riza la lisa<br />
s e renidad del día, o la trompea, aullante, en el fuyí, riente por liera, rebaba de<br />
los belfos que despotrican crines, ese gri-to, el grito de la ellácea en la ascen-<br />
sión, penosa, casi fracasando, en el caer y el re c a e r, volados, miasma de puru-<br />
lento salvia, en el exten-sión del belfo, por acuático lábil, a cuatro jarras, el<br />
almidón de pla-ta nubila, por raer, saltadas las tapitas, los cordones del taco,<br />
en el tre p a r, si clínico cautivo, los espirales del fuyí, al sur, nómade buda, agu-<br />
j e rea el mosquitero, deja escapar las liendres del jabón, en la tundra incre a d a<br />
de su viaje.<br />
2 .<br />
Y SI AL VESTIDO DE "PANTERA ACUÁTICA", por esquirlas ajado, lo<br />
desflecan, en jirones de rock, andrajos pétreos, un sulfil de bretel escama el<br />
D o s s i e r<br />
p e l t re, raya de las coyundas en la fruslería, el frívolo toi-lette del tocador, dos<br />
manos, si las patas tomaron su lugar, el belfo o bozo repetido aspiran, lo dele-<br />
ble de ese lazo, en listras de jubón de filafil, manteau, con que la capan, pero<br />
SI DE SU PIE DELGADO (piel morena) estrías eran alas, de zarpe, en el jas-<br />
peado de su jade, si su divino resplandor (jadea) camisas (o camelias) amon-<br />
tonaba en el desván, mohoso, que ahora abría, a las playas de náyades, el bard o<br />
por canal, precipitaba al precipicio, trotzka, su tornasol de peltre desafía, en<br />
argentino humor, los cairelitos -ceniceros carnales- en la huida.<br />
LE MOJA EL LÓBU LO a la profesora de piano para que busque en el zaguán<br />
las huellas, los indicios, amalina, fantoches del horror acumula en la pira del<br />
despiole: en la disipación de los polvillos, rústicos cancerberos alzaban el tobil-<br />
lo de su ariete, mondas planas mordaces mondaduras, por reducir el pataleo<br />
al chillido de un ánade en la grima: a la lamentación -si sus ocelos, lánguidos<br />
en la vivacidad, impresionaban al rebenque, o al latiguillo de la voz, a la mule-<br />
ta del aliento, níveas, casi celestes, eran las mordeduras del caballo en el áspero<br />
hule de la fuga, en el borde, en la pileta. Cosían con albaricoques cucuru c h o s<br />
de banlon, el platino en la muesca de la herida. Fuese el manar de náusea o<br />
pus, puesta la casa para arriba, litios cual fósforos fugaces traspasaban el tul,<br />
fuese la rancia purpurina a descascarse, o en un abrupto puntapié la jarcia del<br />
velamen a rasgarse, si el soplo, retobado aullaba hendía los figurines en tecni-<br />
color con el peltre cascado de su raya.<br />
3 .