Untitled - Grumo
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D o s s i e r<br />
tracción para construir su exemplum. La primera: la carencia de un nombre.<br />
Sustraer el nombre de la víctima significará transformarlo en la amenaza total<br />
que el mazorquero degollador dirige al gaucho Jacinto Cielo 34 . Marca de una<br />
desubjetivación y de un vaciado cuyo límite es la palabra "unitario".<br />
"Unitario que agarramos lo estiramos", señala la voz que enuncia y que trans-<br />
forma esa fiesta en un circuito de producción: amarrar, sobar, pinchar, tan-<br />
tiar, agarrar, sujetar, etc.; destinado a convertir toda potencia humana en una<br />
masa única, a reducir toda conducta a una única reacción: el clamoreo.<br />
Sustracción de un nombre que revela su pluralidad en los siguientes versos<br />
"Cuando algunos en camisa/ se empiezan a revolcar,/ y a llorar", y encarna<br />
por ello la posibilidad de un colectivo: los unitarios son faenados, los unitar-<br />
ios no son salvajes, los unitarios son humanos, los federales no son humanos.<br />
El circuito vacía, aspira y desangra. Segunda sustracción: arrojarnos al<br />
mundo glosolálico del que ha perdido la palabra y sólo le queda el clamoreo.<br />
Sustraer la palabra es sustraer la humanidad. Pero sustraer la humanidad en<br />
su sentido más literal es también despoblar un territorio. Absoluta sustrac-<br />
ción la de Ascasubi que presenta la tortura como un desierto que todo lo<br />
engulle: nombre, lenguaje, humanidad y territorio. A medida que la víctima<br />
sacrificial desciende en las estaciones del infierno; los matarifes, ese desierto,<br />
avanzan y todo lo desterritorializan: es la catástrofe.<br />
En la última estación de ese descenso se transforma un humano en una cosa:<br />
alimento para los chanchos 35 . Vaciado de un cuerpo amarrado, sobado, pin-<br />
chado que permite la constitución de un espacio donde caben todos los cuer-<br />
pos. Ascasubi hace franquear un límite a los federales para que veamos. Sin<br />
embargo, ese franqueo produce una torsión en el ejercicio del poder que ilu-<br />
mina el rostro de sus ejecutantes y nos advierte, por fin, acerca de su natu-<br />
raleza: se trata del mal en su forma más radical, aquel cuya lógica consiste en<br />
su propia ejecución. Aquí, a diferencia de lo que sucedía en "El matadero" la<br />
violencia se des-institucionaliza y comienza a funcionar de forma autónoma.<br />
Violencia maquínica: "unitario que agarramos lo estiramos". En la lógica de<br />
la máquina los cuerpos que gozan y sufren ya son otra cosa desde el inicio.