Untitled - Grumo
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grumo / número 01 / marzo 2003<br />
La Refalosa, El Matadero: Lo abyecto ejemplar<br />
declaro unitario", el joven persiste en ese espacio lingüístico hasta la muerte,<br />
momento que sobreviene luego de que el juez dispone dar comienzo a la tor-<br />
tura: "Abajo los calzones a ese mentecato cajetilla y a nalga pelada denle<br />
verga, bien atado sobre la mesa". La muerte por rabia y explosión se anticipa<br />
y sorprende a los federales. Esa anticipación le permite construir una segun-<br />
da instancia de resistencia: el unitario se apropia de ese cuerpo constituido y<br />
lo sustrae definitivamente a toda tecnología de suplicio y dominación. Muere<br />
un cuerpo "desnudo" 31 para que sobreviva un cuerpo político, enjoyado con<br />
los valores de la libertad, las luces y el patriotismo. Muerte y vida se confun-<br />
den en un mismo movimiento.<br />
Despojarse de la vida para mantener "inmaculado" al sujeto político, trans-<br />
formarlo definitivamente en soberano es guardar un resto de la patria. Si<br />
lograban matar al "patriota", los matarifes remataban a la patria. La muerte<br />
usurpada a la decisión de sus captores se transfigura entonces y se inviste<br />
como una de las tantas formas del exilio: lo preser va del deguello, lo prepara<br />
para el regreso. El sacrificio es supremo: entregar el cuerpo por la patria, insu-<br />
flarle nueva sangre y conseguir que sobreviva. Operación metonímica,<br />
operación de rescate: el unitario se pliega, se adueña, reanima el cuerpo inerte<br />
de la nación y consigue apropiarse de la totalidad de ese espacio.<br />
Comienza entonces "La refalosa", que inaugura el tiempo del todo es posible 32 en<br />
la literatura argentina. Como señala Josefina Ludmer, el poema deja leer la<br />
construcción de una lengua asesina y brutal. Se trata en este caso de dar<br />
vuelta el mote de "salvaje" 33 y adicionarlo del lado de los federales. Pero lo<br />
salvaje, para que sea efectivo debe destituir toda ley y fundar una otredad<br />
absoluta e ilegible. Allí están, entonces, los federales, como en una pesadilla<br />
divirtiéndose y riéndose a carcajadas en la sesión de torturas. La disyunción<br />
entre "ellos", los que atraviesan las venas con un puñal bien afilado; o<br />
"nosotros", los que clamoreamos, es irreductible. Esa "o" que resuena todo el<br />
tiempo, es la sala de tortura, que no cesa de extenderse en todo el poema para<br />
adueñarse por completo de la Nación: ¡Viva la Federación!<br />
Desde el inicio mismo del poema Ascasubi erigirá una economía de la sus-<br />
D o s s i e r<br />
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