14.11.2018 Views

Grandes aventuras en el mar

Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.

Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

”Un día me llamó mi amo. Junto a él vi a un hombre que no era d<strong>el</strong> país. En la<br />

puerta aguardaba su mula, con grandes sacos de cuero colgados a los lados de la silla,<br />

como si su dueño fuera un gran viajero. Mi amo me habló con dulzura <strong>en</strong> los<br />

sigui<strong>en</strong>tes términos:<br />

”—He v<strong>en</strong>dido un fusil a este hombre que es mi amigo, pero no ti<strong>en</strong>e dinero para<br />

pagarme. Quiero que vayas con él, llevando siempre <strong>el</strong> fusil que me ha comprado.<br />

Cuando te <strong>en</strong>tregue los ci<strong>en</strong> táleros volverás a <strong>en</strong>tregárm<strong>el</strong>os. Mi<strong>en</strong>tras tanto, sírv<strong>el</strong>e<br />

como si fuera tu amo.<br />

”Partí, f<strong>el</strong>iz por ver países nuevos. Hacíamos etapas muy largas, y yo t<strong>en</strong>ía que<br />

correr constantem<strong>en</strong>te para seguir a la mula, que era v<strong>el</strong>oz. Pero cuando pasábamos<br />

por un pueblo mi amo compraba siempre budd<strong>en</strong>as cali<strong>en</strong>tes con leche cuajada y me<br />

daba cuantas yo apetecía. En tales condiciones no hay derecho a quejarse aunque se<br />

t<strong>en</strong>ga que correr todo <strong>el</strong> día.<br />

”Una noche dormimos <strong>en</strong> un poblado galla d<strong>el</strong> país de los arrusis. El guerard —<strong>el</strong><br />

jefe d<strong>el</strong> poblado— parecía ser muy amigo de mi amo. Nos alojó <strong>en</strong> un gran tucul —<br />

choza de forma redonda— e hizo que nos sirvieran un cordero asado, que comimos<br />

<strong>en</strong> compañía de otra g<strong>en</strong>te. Fue un gran festín.<br />

”Cuando se retiraron todos regresó <strong>el</strong> guerard <strong>en</strong> compañía de un hombre que<br />

llevaba con él a un muchachito de siete u ocho años. Supuse que era su padre, pues le<br />

vi apartar a golpes a una mujer que quería <strong>en</strong>trar y a qui<strong>en</strong> <strong>el</strong> pequeño llamó ayo —<br />

mamá—. Luego aqu<strong>el</strong>la mujer era la suya, ya que le pegaba.<br />

”Los tres hombres empezaron a comer y <strong>el</strong> niño se durmió a mi lado. Entonces<br />

los oí discutir un precio y me pareció que <strong>el</strong> guerard hacía oficios de corredor. Oí<br />

tintinear los táleros que sacaba mi amo de su gran saco y después caí dormido,<br />

fatigado por la <strong>mar</strong>cha de todo <strong>el</strong> día.<br />

”Mucho antes d<strong>el</strong> alba me despertó mi amo y partimos sin ruido. La noche estaba<br />

tan oscura que ap<strong>en</strong>as veía las piedras d<strong>el</strong> camino. A poca distancia d<strong>el</strong> pueblo surgió<br />

una sombra ante nosotros. Era <strong>el</strong> hombre que vi la víspera. Conducía de la mano a su<br />

niño y se lo <strong>en</strong>tregó a mi amo, que lo puso ante él, sobre la silla. Aterrorizado, <strong>el</strong> niño<br />

empezó a gritar: “¡Ayo, ayo!”; pero estábamos lejos de la casa y la madre no podía oír<br />

<strong>el</strong> grito de su pequeño. Aqu<strong>el</strong> hombre desapareció y la mula empr<strong>en</strong>dió de nuevo su<br />

trote seco y rápido <strong>en</strong> la negra noche. A la mañana sigui<strong>en</strong>te <strong>el</strong> niño parecía haberse<br />

consolado. Seguimos corri<strong>en</strong>do sin <strong>en</strong>contrar otro poblado, puesto que ya no había<br />

más <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong> salvaje país que atravesábamos.<br />

”Después de varios días de camino llegamos a una pequeña ciudad de casas<br />

cuadradas con techos planos, colgada, como un nido de águilas, <strong>en</strong> <strong>el</strong> pico de una<br />

montaña, y rodeada de escarpados cortados a pico. Subimos hasta allí por una especie<br />

de escalera cavada <strong>en</strong> la piedra.<br />

”Los argobba son originarios de un país muy lejano, d<strong>el</strong> norte de Abisinia, y sólo<br />

los viejos y los brujos conservan la l<strong>en</strong>gua de sus antecesores. Han logrado<br />

introducirse tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> país galla por medio de pequeños clanes agrupados <strong>en</strong><br />

www.lectulandia.com - Página 115

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!