14.11.2018 Views

Grandes aventuras en el mar

Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.

Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Viernes, 14 de noviembre. — He sufrido más <strong>en</strong> estas últimas cuar<strong>en</strong>ta y ocho<br />

horas que <strong>en</strong> todo <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> viaje. Estoy cubierto de pequeños granos y t<strong>en</strong>go la<br />

l<strong>en</strong>gua sucia. No me gusta nada esto. La tempestad ha sido corta y viol<strong>en</strong>ta. He t<strong>en</strong>ido<br />

que det<strong>en</strong>erme durante varias horas y arrojar <strong>el</strong> ancla flotante, pero he vu<strong>el</strong>to a poner<br />

la v<strong>el</strong>a hacia las nueve y media. Sin embargo continúa llovi<strong>en</strong>do a cántaros, y todo<br />

está mojado. Estoy bi<strong>en</strong> de moral, pero empiezo a s<strong>en</strong>tirme físicam<strong>en</strong>te fatigado de<br />

esta perpetua humedad, ya que, como no hay sol, no se seca nada. En fin: no creo<br />

haber perdido demasiado tiempo. Imposible calcular mi posición. No hay sol ni<br />

estr<strong>el</strong>las, y un nuevo chaparrón se prepara <strong>en</strong> <strong>el</strong> horizonte.<br />

El sol es fuerte ahora; <strong>el</strong> vi<strong>en</strong>to, más suave; <strong>el</strong> <strong>mar</strong> se ha calmado bastante; ¡pero<br />

lo que es ayer…! Se dice que después de la tempestad vi<strong>en</strong>e la calma. Lo espero con<br />

impaci<strong>en</strong>cia.<br />

Por la noche me coge por detrás una ola gigantesca y me arrastra a impresionante<br />

v<strong>el</strong>ocidad, ll<strong>en</strong>ando de agua <strong>el</strong> Hérétique y rompi<strong>en</strong>do <strong>el</strong> timón con un golpe seco.<br />

Inmediatam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> barco se pone de través, y la v<strong>el</strong>a golpea viol<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te con ruido<br />

siniestro, estirándose p<strong>el</strong>igrosam<strong>en</strong>te. Me arrojo a proa para recoger la v<strong>el</strong>a, pero<br />

caigo bruscam<strong>en</strong>te sobre la ti<strong>en</strong>da y la desgarro a la altura de uno de los piquetes.<br />

¡Qué irreparable desgracia, ahora que voy a sufrir <strong>el</strong> asalto de las olas! Arrojo al <strong>mar</strong><br />

las dos anclas flotantes. Dócilm<strong>en</strong>te <strong>el</strong> Hérétique vu<strong>el</strong>ve la espalda a su dirección<br />

habitual y hace fr<strong>en</strong>te a las fuerzas <strong>en</strong>emigas que lo asaltan sin descanso. Estoy<br />

físicam<strong>en</strong>te agotado, y arriesgando <strong>el</strong> todo por <strong>el</strong> todo decido to<strong>mar</strong> un reposo que me<br />

es absolutam<strong>en</strong>te necesario. Cierro herméticam<strong>en</strong>te la ti<strong>en</strong>da. Voy a dormir<br />

veinticuatro horas, cualquiera que sea <strong>el</strong> tiempo y la viol<strong>en</strong>cia de los sucesos.<br />

Las ráfagas duraron unas diez horas, durante las cuales se portó admirablem<strong>en</strong>te<br />

mi barco; pero aún no ha pasado <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro, que am<strong>en</strong>aza de nuevo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to<br />

que amaina <strong>el</strong> vi<strong>en</strong>to y queda sólo <strong>el</strong> <strong>mar</strong> embravecido. Cuando <strong>el</strong> vi<strong>en</strong>to y <strong>el</strong> <strong>mar</strong><br />

un<strong>en</strong> sus fuerzas, las olas parec<strong>en</strong> sujetas por un puño de hierro, y aunque agitadas,<br />

no se alzan contra mí. Pero cuando las aguas quedan <strong>en</strong>tregadas a sí mismas,<br />

necesitan más tiempo para cal<strong>mar</strong> su cólera, y ca<strong>en</strong> con todo su peso, destrozándolo<br />

todo a su paso.<br />

Sábado, 15 de noviembre, 13,30. — Aprovecharemos la lluvia para escribir un<br />

poco. Sólo me quedan dos timones; esperemos que bast<strong>en</strong>. Llueve a torr<strong>en</strong>tes desde<br />

anoche a las diez. No he visto <strong>el</strong> sol y estoy empapado. Todo está rezumando y no<br />

hay medio de secar nada. El saco de dormir parece de arpillera. No puedo to<strong>mar</strong> la<br />

posición. Es un tiempo tan terrible que una duda me asalta: ¿estaré <strong>en</strong> <strong>el</strong> Pozo Negro?<br />

Afortunadam<strong>en</strong>te soplan los vi<strong>en</strong>tos alisios y llevo bu<strong>en</strong>a <strong>mar</strong>cha, demasiado aprisa a<br />

veces. ¿No será p<strong>el</strong>igroso para mi v<strong>el</strong>a? ¿Cuándo aclarará <strong>el</strong> tiempo?<br />

El azul hace algunas t<strong>en</strong>tativas por <strong>el</strong> oeste, pero <strong>el</strong> vi<strong>en</strong>to vi<strong>en</strong>e d<strong>el</strong> este. En fin:<br />

¡mañana quizá! Me espera otra noche divertida. Hacia las siete de la mañana pasa un<br />

avión sobre la barca, bastante bajo. En vano le hago señas; mi lámpara no funciona.<br />

www.lectulandia.com - Página 173

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!