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Grandes aventuras en el mar

Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.

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presionándole vivam<strong>en</strong>te para que se embarcara, y cuando <strong>el</strong> príncipe parecía<br />

dispuesto a seguirle, los jefes que le rodeaban le instaron, primero con ruegos y<br />

súplicas, y recurri<strong>en</strong>do <strong>en</strong> seguida a la viol<strong>en</strong>cia, para que se quedara donde estaba.<br />

Nuestro capitán, vi<strong>en</strong>do que la alarma era ya g<strong>en</strong>eral, y que no era posible llevarse al<br />

rey sin verter sangre, abandonó su primera resolución, y dijo al señor Philips que si se<br />

obstinaba <strong>en</strong> querer conducir <strong>el</strong> príncipe a bordo, corría riesgo de matar a un gran<br />

número de indíg<strong>en</strong>as.<br />

Aunque la empresa que había llevado <strong>el</strong> capitán Cook a tierra hubiera fallado, y<br />

ya no int<strong>en</strong>taba cumplirla no creímos que nadie corría p<strong>el</strong>igro hasta después de un<br />

accid<strong>en</strong>te que dio a nuestras discrepancias <strong>el</strong> rumbo fatal. Al disparar nuestros<br />

cañones, situados a través de la bahía, sobre las piraguas que trataban de escapar,<br />

mataron, por desgracia, a un jefe de primer rango. La nueva de su muerte llegó al<br />

sitio donde se hallaba nuestro capitán, <strong>en</strong> <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to que acababa de dejar al rey y<br />

<strong>mar</strong>chaba tranquilam<strong>en</strong>te hacia la orilla. El rumor y <strong>el</strong> descont<strong>en</strong>to que excitó la<br />

noticia fueron muy s<strong>en</strong>sibles. Los hombres alejaron <strong>en</strong> seguida a las mujeres y los<br />

niños, se revistieron de sus trajes de combate y se ar<strong>mar</strong>on de picas y piedras. Uno de<br />

<strong>el</strong>los, que t<strong>en</strong>ía una piedra y un largo puñal de hierro llamado pahua, se aproximó a<br />

nuestro comandante y se puso a desafiarle blandi<strong>en</strong>do su arma, am<strong>en</strong>azándole con<br />

arrojarle la piedra. Nuestro jefe le aconsejó que cesara <strong>en</strong> sus am<strong>en</strong>azas; pero como<br />

aum<strong>en</strong>tó la insol<strong>en</strong>cia de su <strong>en</strong>emigo, se irritó y le tiro una descarga de plomo. El<br />

indíg<strong>en</strong>a llevaba una coraza que <strong>el</strong> plomo no pudo atravesar, y cuando vio que no<br />

estaba herido, aún se volvió más audaz.<br />

Tiraron muchas piedras a los soldados de <strong>mar</strong>ina, y uno de los cabecillas isleños<br />

trató de apuñalar al señor Philips, si bi<strong>en</strong> no lo logró, y recibió un tiro. El capitán<br />

Cook efectuó <strong>en</strong>tonces <strong>el</strong> segundo disparo de su fusil, con bala, y mató al indíg<strong>en</strong>a<br />

que estaba más cerca. Inmediatam<strong>en</strong>te después de esta muerte, la g<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> país se<br />

lanzó al ataque g<strong>en</strong>eral a pedradas, y los soldados de <strong>mar</strong>ina y los <strong>mar</strong>ineros que<br />

ocupaban las canoas rep<strong>el</strong>ieron la agresión con una descarga de mosquetería. Todos<br />

nos sorpr<strong>en</strong>dimos al ver que los indíg<strong>en</strong>as sost<strong>en</strong>ían <strong>el</strong> fuego con mucha firmeza, y se<br />

precipitaban sobre nuestro destacam<strong>en</strong>to profiri<strong>en</strong>do gritos y aullidos terribles, antes<br />

que los soldados de <strong>mar</strong>ina tuvieran tiempo de volver a cargar. Siguió <strong>en</strong>tonces una<br />

esc<strong>en</strong>a de horror y confusión.<br />

Apresaron <strong>en</strong>tre las rocas, <strong>en</strong> <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to que se retiraban, a cuatro soldados de<br />

<strong>mar</strong>ina, que fueron inmolados al furor d<strong>el</strong> <strong>en</strong>emigo. Otros tres quedaron<br />

p<strong>el</strong>igrosam<strong>en</strong>te heridos. El t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te herido <strong>en</strong> la espalda por un golpe de pahua, había<br />

reservado por suerte sus tiros, y mató al hombre que acababa de herirle cuando éste<br />

se aprestaba a darle <strong>el</strong> segundo golpe.<br />

Nuestro desgraciado comandante se <strong>en</strong>contraba sobre la playa la última vez que le<br />

vimos claram<strong>en</strong>te. Gritaba a los tripulantes de las canoas que cesaran <strong>el</strong> fuego y se<br />

aproximas<strong>en</strong> a la orilla, a fin de embarcar a nuestra tropa. Si es cierto que los<br />

soldados de <strong>mar</strong>ina y los <strong>mar</strong>ineros de las canoas habían hecho fuego por ord<strong>en</strong> d<strong>el</strong><br />

www.lectulandia.com - Página 51

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