14.11.2018 Views

Grandes aventuras en el mar

Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.

Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

españoles atravesaron <strong>el</strong> bosque sin <strong>en</strong>contrarle, y como no divisaron su presa <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

llano que se ext<strong>en</strong>día ante sus miradas volvieron sobre sus pasos. Pasaron bajo <strong>el</strong><br />

árbol que ocultaba al inglés, manifestando su decepción y su ardi<strong>en</strong>te cólera contra<br />

aqu<strong>el</strong> demonio. S<strong>el</strong>kirk se mantuvo prud<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su refugio hasta que llegó la<br />

noche y <strong>en</strong>tonces subió a la montaña para esperar allí la salida d<strong>el</strong> sol.<br />

Aqu<strong>el</strong> aviso fue terrible. El solitario no había visto <strong>el</strong> v<strong>el</strong>ero español que ancló <strong>el</strong><br />

día anterior <strong>en</strong> la rada de Juan Fernández. A la mañana sigui<strong>en</strong>te <strong>en</strong>viaron la chalupa<br />

a reconocer la isla y <strong>el</strong> vi<strong>en</strong>to la empujó hacia <strong>el</strong> fondeadero. Cuando descubrieron la<br />

ruinosa cabaña de los <strong>mar</strong>ineros d<strong>el</strong> Cinque Ports le pr<strong>en</strong>dieron fuego. R<strong>en</strong>unciando a<br />

proseguir sus pesquisas regresaron a su navío, que se hizo a la v<strong>el</strong>a.<br />

S<strong>el</strong>kirk no volvió a su refugio de la meseta hasta haberse asegurado de la partida<br />

de sus <strong>en</strong>emigos. Se reprochaba su imprud<strong>en</strong>cia y daba gracias a Dios por haberle<br />

protegido tan visiblem<strong>en</strong>te. No <strong>en</strong>contrando palabras bastante fervi<strong>en</strong>tes para su<br />

plegaria, cogió un libro y <strong>en</strong>tonó un salmo de acción de gracias. La emoción que le<br />

causaba <strong>el</strong> sonido de su propia voz se añadía a sus s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de gratitud hacia la<br />

divina Provid<strong>en</strong>cia.<br />

De haberse tratado de <strong>mar</strong>inos franceses, S<strong>el</strong>kirk se hubiera <strong>en</strong>tregado de bu<strong>en</strong><br />

grado. Unas semanas después un navío, francés al parecer, pasó l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te ante la<br />

isla. S<strong>el</strong>kirk lo siguió con la vista durante largo tiempo; pero <strong>el</strong> v<strong>el</strong>ero no llegó a<br />

anclar.<br />

En vista de que se prolongaba su estancia <strong>en</strong> Juan Fernández, lo mejor que podía<br />

hacer era ing<strong>en</strong>iarse para variar su ordinario, monótono y, a la larga, malsano<br />

alim<strong>en</strong>to, si sólo se componía de carne de cabra. No había caza m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> la isla. Sólo<br />

anidaban <strong>en</strong> <strong>el</strong>la pájaros de <strong>mar</strong>, vocingleras gaviotas, rabihorcados de vu<strong>el</strong>o<br />

poderoso y albatros, los grandes planeadores de los océanos. Por ese lado, pues, no<br />

había recursos comestibles. Los grandes bacalaos sólo pued<strong>en</strong> pescarse <strong>en</strong> alta <strong>mar</strong>.<br />

Pero <strong>el</strong> solitario había oído decir que abundaban <strong>en</strong> la isla los cangrejos de <strong>mar</strong> de<br />

gran talla y bu<strong>en</strong> sabor. Confeccionó redes con las <strong>en</strong>trañas de las cabras muertas y<br />

pescó unos crustáceos, vi<strong>en</strong>do, con sorpresa, que carecían de las formidables pinzas<br />

que caracterizan a los cangrejos. En efecto: eran soberbias langostas. En aqu<strong>el</strong>la isla<br />

se pescan hoy innumerables cantidades que constituy<strong>en</strong> la única industria d<strong>el</strong> puñado<br />

de seres que habitan <strong>en</strong> su costa oeste.<br />

Al cabo de algún tiempo int<strong>en</strong>tó obt<strong>en</strong>er sal mediante la evaporación d<strong>el</strong> agua d<strong>el</strong><br />

<strong>mar</strong>. No era muy blanca ni muy limpia, pero hacía más gustosa la carne de cabra.<br />

S<strong>el</strong>kirk se reprochó <strong>el</strong> no haber p<strong>en</strong>sado antes <strong>en</strong> <strong>el</strong>lo y reemplazó <strong>el</strong> procedimi<strong>en</strong>to<br />

de hervir <strong>el</strong> agua por la evaporación l<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> los huecos de las rocas. Espíritu<br />

observador por gusto y por necesidad, examinaba cuidadosam<strong>en</strong>te los arbustos, las<br />

plantas y hierbas que <strong>en</strong>contraba <strong>en</strong> su camino. Descubrió pim<strong>en</strong>teros <strong>en</strong> los flancos<br />

de la montaña, que le proporcionaron granos de pimi<strong>en</strong>ta blanca, y también <strong>en</strong>contró<br />

pimi<strong>en</strong>ta negra y una hierba eficaz contra los males de estómago.<br />

www.lectulandia.com - Página 39

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!