Grandes aventuras en el mar
Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.
Grandes gestas marineras, y no tan marineras, de todos los tiempos.
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
econfortarían. Como no había t<strong>en</strong>ido la precaución de anotar exactam<strong>en</strong>te los días<br />
transcurridos desde <strong>el</strong> desembarco d<strong>el</strong> Cinque Ports, no t<strong>en</strong>ía la seguridad de que<br />
aqu<strong>el</strong> día fuera domingo; con todo, lo dedico al Señor y a partir de <strong>en</strong>tonces lo<br />
observó cuidadosam<strong>en</strong>te.<br />
A las semanas de depresión moral seguían períodos <strong>en</strong> que su temperam<strong>en</strong>to<br />
<strong>en</strong>érgico y combativo volvía al trabajo y triunfaba su juv<strong>en</strong>tud. Con <strong>el</strong> tiempo<br />
crecieron sus rebaños y nacieron cabritos <strong>en</strong> <strong>el</strong> corral, cuyos límites tuvo que<br />
<strong>en</strong>sanchar. Los animalitos se acostumbraron a su pres<strong>en</strong>cia y sus cuidados y acudían a<br />
su <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro balando alegrem<strong>en</strong>te.<br />
Habían terminado ya los días de la piratería y las largas expediciones de<br />
av<strong>en</strong>tureros por los Mares d<strong>el</strong> Sur. Transcurrieron años antes que un buque llegara a<br />
las aguas de Juan Fernández. Sólo resonaban <strong>en</strong> la isla los cantos r<strong>el</strong>igiosos o<br />
profanos d<strong>el</strong> solitario y sus voces llamando a los animales. El Robinsón de Dani<strong>el</strong> de<br />
Foe se permitía <strong>el</strong> lujo de escuchar a su loro, S<strong>el</strong>kirk se vio privado de este gozo. En<br />
la isla no había loros ni cotorras, ni siquiera un pájaro terrestre. Los bosques estaban<br />
sil<strong>en</strong>ciosos.<br />
Después de cuatro años y cuatro meses de absoluta soledad, unos hombres,<br />
ingleses éstos, acudieron al fin <strong>en</strong> socorro de Alexander S<strong>el</strong>kirk.<br />
En 1708 unos comerciantes de Bristol ar<strong>mar</strong>on dos navíos para cruzar <strong>el</strong> gran<br />
océano, El Duke, al mando d<strong>el</strong> capitán Woodes Rogers, llevaba como piloto a un<br />
viejo conocedor de aqu<strong>el</strong>los parajes, William Dampier. Este gran navegante regresó a<br />
Inglaterra arruinado por su campaña a bordo d<strong>el</strong> Saint-George y su viaje de<br />
descubrimi<strong>en</strong>tos sobre <strong>el</strong> Roebuck, y aceptó la primera ocasión que se le pres<strong>en</strong>tó de<br />
volver al <strong>mar</strong>.<br />
El 31 de <strong>en</strong>ero de 1709 anclaron los dos buques a vista de Juan Fernández.<br />
Woodes Rogers <strong>en</strong>vió la chalupa a la costa a fin de asegurarse de que no había ningún<br />
v<strong>el</strong>ero <strong>en</strong>emigo anclado <strong>en</strong> la bahía ni una guarnición española <strong>en</strong> tierra que les<br />
impidiera descansar <strong>en</strong> la isla de las fatigas de una prolongada estancia <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>mar</strong>.<br />
Con todo, los vi<strong>en</strong>tos contrarios retardaron su <strong>mar</strong>cha y la chalupa regresó al<br />
anochecer, pues veían fuego <strong>en</strong> la bahía. Dejaron <strong>el</strong> reconocimi<strong>en</strong>to para <strong>el</strong> día<br />
sigui<strong>en</strong>te.<br />
Cuando <strong>el</strong> alba iluminó completam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> fondeadero vieron que estaba vacío y<br />
que no había movimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> sus orillas. Entonces ¿quién había <strong>en</strong>c<strong>en</strong>dido <strong>el</strong> fuego<br />
que aún ardía <strong>en</strong> tierra? Thomas Dover, segundo capitán d<strong>el</strong> Duke, que era doctor <strong>en</strong><br />
Física, médico y oficial de un regimi<strong>en</strong>to de <strong>mar</strong>ina <strong>en</strong> Inglaterra, fue a tierra <strong>en</strong> la<br />
ball<strong>en</strong>era con unos hombres armados.<br />
Al acercarse al fondeadero quedó atónito ante los gestos y la agitación que poseía<br />
a un ser singular que corría por la orilla. No podía decir si era hombre o animal, si<br />
bi<strong>en</strong> cuando se aproximó a tierra distinguió claram<strong>en</strong>te a un mozo alto, cubierto de<br />
pi<strong>el</strong>es, que <strong>en</strong>arbolaba un estandarte hecho con una pi<strong>el</strong> de cabra colocada al extremo<br />
www.lectulandia.com - Página 42