06.09.2021 Views

RDB -AGOSTO-2021

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

La cárcel ficticia se instaló en el sótano del Departamento de

Psicología de la Universidad de Stanford, y los guardias

recibieron porras y uniformes caqui de inspiración militar, además

de gafas de espejo para impedir el contacto visual. Los prisioneros

debían vestir solo batas de muselina, sin calzoncillos,

y sandalias con tacones de goma, que Zimbardo escogió para

forzarles a adoptar posturas corporales incómodas y provocar su

desorientación. Además, deberían llevar medias de nylon en la

cabeza para simular que tenían las cabezas rapadas, números

cosidos a sus uniformes y una cadena alrededor de sus tobillos como

«recordatorio constante» de su encarcelamiento y opresión. La

única prohibición fue el maltrato físico: todo lo demás estaba

permitido con el único fin de conseguir su despersonalización.

Su desindividuación, en palabras de Zimbardo.

«El estudio de Zimbardo puso de manifiesto cómo una

«buena persona» puede actuar de manera inmoral

dependiendo del entorno»

Los prisioneros pasaron un procedimiento completo de

detención por la policía, se les tomaron sus huellas dactilares,

fueron fichados y se les leyeron sus derechos. Tras la detención,

fueron trasladados a la prisión ficticia, donde fueron inspeccionados,

desnudados y desinfectados. Los prisioneros sufrieron –y

aceptaron– un tratamiento sádico y humillante a manos de los

guardias, se abandonaron rápidamente la higiene y la

hospitalidad. El derecho a ir al lavabo pasó a ser un

191

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!